10 años de infertilidad (ii) – ¿Qué podría haber cambiado?

Desde mi perspectiva actual, y algunos años después de tener a mis hijos, cambiaría algunas de las cosas que hice  para sobrellevar mejor aquella larga espera. Creo que pude superarlo porque estaba muy acompañada, porque mi pareja y yo éramos un equipo. Por mi bagaje y conocimientos de Psicología,  porque mi capacidad de reponerme ante los problemas es grande, sí,  la resiliencia de la que tanto se habla ahora.

Pero son muchos días, muchas emociones, muchas lágrimas que se esconden porque no hay momento para llorar tanto. Muchos miedos que se ponen en juego. Por ejemplo el miedo a estar enferma, a no poder tener un hijo porque quizás  algo falla en tu cuerpo, porque quizás tu salud no sea tan buena como tú pensabas. Miedo a decepcionar a los demás, a tu pareja, a la familia, a los abuelos que también esperan nietos. Culpabilidad por pensar que no se está haciendo lo suficiente, que has perdido tiempo entre una decisión y otra, entre un tratamiento y otro. El tiempo, siempre el tiempo... Amigos que quedan por el camino porque no entienden o porque tú no les entiendes a ellos. O porque simplemente los caminos se van separando porque cuando tú todavía haces planes para salir en pareja ellos hacen planes con niños y no encajan los ocios o las salidas. Poco a poco te vas como “desubicando” de tu entorno social. En el entorno familiar también ocurre,  tus hermanos pequeños ya van por el segundo hijo y tú aún no has tenido el primero. Los abuelos que quieren preguntar, no se atreven, en un intento de ver normal lo que ellos saben que no lo es.

En fin, muchas emociones que se van acumulando en una mochila, muy guardadito y muy apretado todo en el fondo. Una mochila que das por cerrada el día en el que por fin tienes a tus hijos en tus brazos. Pero que ahí está y además pesa. Y que en cualquier momento se abre y puede demandar la atención que no le has prestado en su día.

Por eso, si volviera hacia atrás, lo que sí cambiaría es que buscaría ayuda, ayuda de un profesional, de un psicólogo o psicóloga, o de algún grupo de mujeres o parejas que en ese momento estuvieran pasando por lo mismo. Porque me hubiera ayudado mucho a hacer frente a todo el proceso, a trabajar la culpa, los miedos, la tristeza, la amargura. Me enseñaría a  transitar por  los comentarios de los demás, a veces duros como pedradas. A navegar por los días malos y por los buenos.  Me hubiera dado más capacidad para poder vivir el día a día, para, como dicen los expertos en Mindfulness, trabajar la atención plena y encontrar la paz dentro de mí. Me hubiera proporcionado un lugar donde poder llorar tranquila o donde poder soltar todos los sentimientos que si se quedan dentro luego más adelante pasan factura, a nivel físico y psicológico.

Seguro que si lo hubiera hecho así, no hubiese arrastrado esa mochila tanto tiempo y no hubiese explotado de repente un día, como ocurrió en mi caso, tomando la forma un trastorno que los psicólogos llamamos ansiedad y que se desencadenó en el momento más inesperado y más tranquilo de mi vida, acompañado también de ataques de ansiedad cuatro años después de tener a mis hijos. Problema que gracias a Dios y esta vez sí, gracias a un buen psicólogo, pude superar en unos meses, con la terapia adecuada.

Por eso a las mujeres y parejas que estéis ahora en este proceso os diría que no lo dudéis, buscad ayuda de un profesional de la psicología. Os podéis enfrentar solos pero el camino hasta llegar a ser padres puede ser corto o largo. Puede tener frutos o no, por lo que contar con ayuda psicológica mientras dura el tratamiento puede ser algo muy conveniente; sobre todo para la mujer.

Con independencia del resultado de los tratamientos y de las pruebas médicas, y aunque no tengamos muchos “días de risas” de los que hablábamos en mi relato anterior, nos ayudará a mantener el equilibrio emocional,  la calma y la paz interior, y a no abandonar otros aspectos de nuestra vida social, familiar y personal. Todas estas áreas de la vida seguirán estando ahí, siendo importantes y muy enriquecedoras, aunque tardemos mucho en ser padres o incluso nunca lo consigamos. Siendo esto último poco probable debido al gran éxito que se alcanza en el momento actual con los tratamientos de infertilidad. Me gustaría enviar todo mi apoyo y cariño así como  desearles toda la suerte del mundo a las parejas, y en especial a las mujeres, que están ahora a la espera del ansiado positivo.

Un abrazo a todas y todos.

María es Psicóloga, colaboradora y amiga de Psicopartner.

 Esta es la segunda parte de María, una mujer que durante 10 años estuvo sometida a un tratamiento de fertilidad para hacer realidad el sueño tanto de ella como de su pareja, crear una familia.

 Una vez más, queremos agradecer a nuestra amiga María su valentía y generosidad  al compartir su difícil experiencia para que sirva de ayuda a otras mujeres y parejas que estén pasando una situación similar.

 En Psicopartner estamos muy comprometidos con el sufrimiento emocional y psíquico asociado a la infertilidad. Nuestro Psicólogo experto en este área, David Ramallo, ha desarrollado un programa de acompañamiento específico que recoge los diferentes aspectos  y variables familiares, cognitivas y emocionales que influyen en esta difícil etapa.

 Si estás interesada o interesado en profundizar en estos temas o necesitas un asesoramiento especializado y personal, no dudes en pedir cita con nuestro Psicólogo David Ramallo ( david.ramallo@psicopartner.com ).

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