10 años de infertilidad (I). No todo fue tan malo.

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Me piden mis amigos de Psicopartner que hable sobre mi experiencia con la infertilidad. Voy a intentar hacer un breve resumen. Aunque no es fácil contar cómo se viven los duelos de los niños que nunca llegaron.

No es fácil explicar cómo se recompone tu cuerpo después de convertir en vacío lo que empieza siendo una de las sensaciones más bonitas para una mujer.

No es fácil entender  cómo aguanta tu alma, tu mente... una pequeña pérdida y luego otra, y otra y otra… Intentaré explicarlo desde hoy, un dulce momento en el que me encuentro acompañada de dos hijos maravillosos que siempre que miro me recuerdan lo mucho que tengo que agradecer a esta dura experiencia que me tocó vivir: 10 años buscando la maternidad.

Recuerdo aquel primer test de embarazo positivo, la alegría llena tu cuerpo, te sientes flotar, eres  tú y tu hijo, parece que no hay nada más importante, y el mundo alrededor funciona y tú funcionas, parece que  todo fluye y es natural… hasta que un día escuchas: “lo siento, tu bebé no tiene latido, tienes que quedarte ingresada, hay que hacer un legrado”.

Ese es el día que marca  el principio de la tristeza, el comienzo de un camino oscuro a recorrer, una travesía por un desierto ancho y largo que tendría que recorrer durante diez largos años. Sí, parece mentira, pero en mi caso pasaron todos esos años desde el primer positivo que acabó en aborto hasta que conseguí tener a mis hijos.

Una verdadera montaña rusa con grandes subidas, pero también profundas caídas en las que a pesar de estar  acompañada por el amor de mi pareja, mis padres y más personas queridas, yo sola tenía que lidiar con altibajos emocionales sin fin.

Tres abortos, dos legrados, pruebas médicas tan duras como a la larga innecesarias, dolorosas en algunos casos, y varios tratamientos de infertilidad.

Pero el cuerpo se recupera, las hormonas vuelven a sus niveles después de cada intento fallido. Lo que no es tan fácil de recuperar es la alegría de vivir que se tiene antes de pasar por una travesía así.

Es difícil volver a tener la vitalidad, la ilusión y la positividad que había antes. También es cierto que no todas las mujeres somos iguales ni todas las situaciones son comparables. En mi caso al ser tantos años, fue particularmente doloroso.

Pasé  toda la década entre los treinta y los cuarenta, una edad maravillosa en cualquier mujer, lidiando con este tema.  Años en los que se va perdiendo  lo mejor de la juventud y en los que vas acercándote a la madurez con una gran sensación de vacío. El reloj cuenta y mucho. Un vaso que se va llenando de tristezas y penas por un lado, y que se va vaciando de días y años por otro.

Pero no todo fue tan malo. En estos procesos se cambia y cambia tu entorno social contigo.  Se aprende también.  Tu familia, tus padres, tu  pareja, todos aprenden contigo, con tu sufrimiento. Aprenden que la vida no es siempre planificable, que no todo se puede controlar o programar. Que a veces el dolor forma parte de la vida, y la tristeza, al igual que la felicidad.

Leí hace poco que un día sin risas es un día perdido. Eso no es verdad, tiene que haber días para todo, para llorar, para reír, para estar triste, para estar aburridos, para estar eufóricos. Todos son sentimientos que conforman lo que somos, lo importante es que hay que aceptarlos cuando vienen y como vienen.

Así es como crecemos y se aprende que las personas somos más resistentes de lo que parece. Pero también  que podemos ser muy vulnerables cuando las circunstancias de la vida no son lo que pensábamos. Por eso es importante trabajar en la aceptación de todos esos momentos, porque algún día se irán y vendrán otros mejores.

Con estas situaciones también aprendes a valorar lo que tienes, cuando ya llevaba algún que otro test de embarazo negativo y más de una lágrima derramada, me hice una lista con el resto de cosas que en mi vida en ese momento iban bien. Descubrí que era bastante larga. Y que además como no tenía niños que cuidar tenía bastante tiempo.

Contradicciones de la vida. Así que entre una prueba médica y la siguiente y entre un embarazo fallido y otro decidí sacarle a el máximo partido a mi tiempo. Y la verdad es que en parte lo conseguí. Recuerdo aquellos años como una mezcla de momentos amargos puntuales pero también de momentos en los que pude aprovechar y disfrutar mucho de mi vida, mis amistades, mi pareja, mis aficiones, mis lecturas y muchas salidas y viajes. Sin embargo, soy humana, y algunas cosas las podría haber hecho de otra forma. Más adelante os contaré qué hubiera cambiado yo para haber podido afrontar aún mejor todos esos años a nivel psicológico y emocional.

María es Psicóloga, madre de dos hijos y amiga de Psicopartner.

Agradecemos a María su valentía y generosidad al compartir su experiencia. Estamos seguros de que ayudará a muchas mujeres y a parejas que están pasando por la difícil situación de la infertilidad.
En Psicopartner estamos muy comprometidos con el sufrimiento emocional y psíquico asociado a la infertilidad. Nuestro Psicólogo experto en este área, David Ramallo, ha desarrollado un programa de acompañamiento específico que recoge los diferentes aspectos  y variables familiares, cognitivas y emocionales que influyen en esta difícil etapa.
 
Si estás interesada o interesado en profundizar en estos temas o necesitas un asesoramiento especializado y personal, no dudes en pedir cita con nuestro Psicólogo David Ramallo.
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