Agorafobia | Miedo a los espacios públicos

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¿Qué es la agorafobia?

El término agorafobia etimológicamente proviene de Ágora: plaza, espacio abierto y phobia: miedo. Se define como la aparición de un elevado nivel de ansiedad al encontrarse en lugares donde escapar puede resultar difícil o embarazoso o donde, en caso de aparecer una crisis de ansiedad existe dificultad para recibir ayuda, generándose un miedo significativo y condicionador a dichos lugares y situaciones.

Históricamente, en la Edad Media los prófugos de la ley se “acogían a sagrado”, refugiándose en iglesias y lugares de culto donde no podían ser capturados convirtiéndose para ellos en su lugar de seguridad, concepto muy utilizado por los agorafóbicos.

Aunque existe la agorafobia sin trastorno de pánico generalmente ésta se produce tras un ataque de pánico; definido éste como la aparición aislada y temporal de malestar intensos en ausencia de peligro real que sí es percibido por la persona lo sufre. Se inicia de forma súbita y brusca, generalmente acompañado de sintomatología psicofisiológica intensa ( palpitaciones y taquicardias, dificultades respiratorias, incapacidad de relajarse, sensación de mareo, opresión en el pecho, etc ) y pensamientos catastrofistas.

Aproximadamente el 70% de los pacientes que sufren un ataque de pánico padecen también agorafobia. La mayoría de las personas agorafóbicas tienen miedo a perder el control sobre sus propias reacciones y a que este miedo les provoque un ataque de pánico. En ocasiones, las personas con agorafobia temen que la ansiedad les lleve a no poder controlar sus esfínteres o a vomitar en público, síntomas que se ven incrementados en personas con alguna enfermedad como el síndrome de intestino irritable. En ocasiones también se puede desarrollar miedo al centro de trabajo, ocurriendo especialmente en personas que han estado largo tiempo de baja.

Origen y mantenimiento

No suele ser fácil precisar las causas que originan la primera reacción de pánico. Unas veces sucede después de una enfermedad cuando el organismo está más débil; otras veces, tras un trauma o shock emocional; y otras, en épocas de estrés y tensión prolongadas.

Pero, cualquiera que sea la causa que desencadena esa situación de miedo, una vez iniciada suele continuar, ocasionándose con mayor frecuencia en ciertos lugares o con cosas concretas, quedando, inconscientemente asociadas a esa reacción de miedo.

Otras fobias catalogadas como fobias simples ( la amaxofobia o fobia a conducir, la claustrofobia o miedo a lugares cerrados de los que la persona siente que no va a poder salir, y la aerofobia o miedo a montar en avión sin que el miedo principal sea un accidente ) derivan del ataque de pánico, pues se teme que ocurra sin poder huir-salir-escapar. Existe una base común, el miedo a la ansiedad descontrolada que ocasionan dichos lugares y-o actividades, generándoles una crisis de ansiedad, en la cual el cuerpo y la mente dejan de ser percibidos como bajo el control del individuo.

Actualmente, la tecnología facilita la vida en el hogar, actuando como un favorecedor de la agorafobia: se puede teletrabajar, hay mucha gente que usa las redes sociales en detrimento del contacto personal, se puede hacer deporte en casa de diferentes maneras: zumba, vídeos de spinning, prácticas online de boxeo y diferentes artes marciales, etc.

Igualmente la situación de confinamiento ha provocado miedo a salir a la calle ( se ha hablado del síndrome de la cabaña haciendo éste alusión al temor y vivencias desagradables que se activan en relación a la exposición a todo lo que suponga salir del contexto y de la situación de los meses anteriores, optando así por la reclusión como forma de vida ante la percepción de seguridad que conlleva ), creándose una engañosa zona de confort, un espacio personal compuesto de estrategias y actitudes que aplicamos a menudo y con las que nos sentimos confortables, instalándose en nuestra manera de actuar dado que nos sentimos seguros; abarcando sólo lo conocido, aquello en lo que nos sentimos a gusto y protegidos porque todo está bajo nuestro control; sin tener en cuenta que el bienestar es producto de la ausencia de emociones negativas como la incertidumbre o la inseguridad, no siendo producto de la satisfacción o el orgullo personal.

La vida en grandes urbes ( o no tan grandes ), sin obviar la pandemia generada por el Covid-19, en las que es factible tener que usar transportes públicos en los que desplazarse, quedadas con amigos en lugares públicos, etc. para quien padece agorafobia supone una seria limitación no sólo para la persona que lo padece ( imaginémonos una madre que se siente incapaz de llevar a sus hijos a lugares atestados de gente, alguien que no puede realizar actividades gratificantes con su pareja ) y, en ocasiones un estigma, pues no es fácil de comprender. Igualmente puede provocar la sobreprotección de sus allegados o el rechazo de la gente.

No debemos olvidar a las personas de alrededor: familiares y amigos quienes no saben cómo actuar ante su miedo ni ante una posible crisis de ansiedad. Así a lo largo del desarrollo y mantenimiento de la agorafobia, éstos adquieren responsabilidades extra llevando a cabo tareas que les corresponden a quien la sufre y, según los casos, asumiendo los roles de éstos.

Prevalencia y Asociación con otros trastornos

La agorafobia tiene una prevalencia aproximada del 4%. Esta patología suele comenzar habitualmente en la adolescencia tardía y en los primeros años de la tercera década de la vida. Afecta principalmente a la mujer, siendo la distribución por sexos de 2:1 en relación con el varón.

Hay una asociación entre trastorno de pánico-agorafobia y depresión, comorbilidad ampliamente demostrada y aceptada en psiquiatría y psicología. Hay autores que postulan que la depresión es un factor de riesgo que favorece la aparición del trastorno de agorafobia pues generalmente lleva asociado una limitación de las interacciones sociales; mientras para otros, la asociación es inversa provocando la agorafobia un estado de ánimo deprimido. En cualquiera de los dos casos existe una pérdida de reforzadores capaces de generar emociones positivas, así como aislamiento de quienes lo sufren, potenciándose por tanto ambos.

La agorafobia puede actuar como un limitador de actividades sociales ( al menos presenciales ) así gente tímida, retraída socialmente , con dificultades en sus habilidades sociales y asertividad corre el riesgo de limitar sus relaciones interpersonales con la posibilidad de llegar a relacionarse con una fobia social. Ambos tienen componentes parecidos como la deseabilidad social, miedo al ridículo y vergüenza, igualmente al limitar el contacto cara a cara se pierde la práctica.

Muy frecuente es un pobre autoconcepto y baja autoestima, generalmente consecuencia del déficit de autoeficacia percibida tras repetidos fracasos de superar el problema por sí mismos.

Otra comorbilidad, relativamente frecuente, es aquella que tiene lugar con el trastorno de personalidad, siendo el trastorno de personalidad por dependencia el más habitual en esta asociación.

Tratamientos y Recomendaciones

En el trastorno de pánico resulta fundamental conocer las circunstancias personales y ambientales del paciente, así como sus creencias y atribuciones respecto a la enfermedad. Se ha comprobado la especial utilidad de llevar a cabo una buena labor educativa del enfermo y de la familia. Muchas veces es síntoma de otras patologías sobre las que debe incidirse ( estrés laboral, relaciones sociales poco satisfactorias, autoexigencia, bajo estado de ánimo, etc ) así como cambios que tiene lugar en la pareja-familia-amigos a raíz de la mejora.

Al abordar el tratamiento de la agorafobia, las manifestaciones presentes en esta patología incluyen reacciones de tipo conductual, psicofisiológico, cognitivo y emocional desde el ámbito personal e interpersonal; todas estas reacciones deben ser abordadas al plantear una terapia eficaz. La psicoterapia desempeña un papel fundamental, quedando la psicofarmacología a un plano cuya principal indicación es la complementariedad a la primera.

Agorafobia Recomendaciones

Cuando se trata la agorafobia es importante trabajar con los acompañantes pues éstos pueden adquirir trastornos de ansiedad y en ocasiones del estado de ánimo derivados del cuidado de sus familiares, pues en no pocas ocasiones tiene que adquirir responsabilidades y roles adicionales que no les corresponden derivados de su cuidado. Por ello, es importante para ellos recibir pautas sobre cómo actuar.

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Ernesto Martín

Psicólogo Sanitario Colegiado M-23636
Especialista en Terapia de Pareja

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