Etimológicamente; trauma, del griego significa herida. Conviene iniciar este pequeño artículo haciendo una pequeña precisión que consideramos necesaria, irrenunciable. Todos, absolutamente todos, tenemos traumas (heridas), tanto sucedidos durante la vida adulta, como algunos que nos ocurrieron en la infancia.
¿Significa esto que todos sufrimos una dificultad o trastorno que requiera tratamiento?, la respuesta puede parecer obvia, no. Al igual que mostrar un estado de animo depresivo, lo que conocemos como estar “depre” no es tener depresión, o al igual que estar nervioso ante un examen no es tener una crisis de ansiedad, tener traumas no significa sufrir un trastorno de estrés postraumático TEPT o un trastorno de estrés postraumático complejo o DESNOS.
¿Cuáles son por lo tanto aquellos “traumas” que requerirán el abordaje profesional?
Sin duda aquellos que en el pasado han afectado o incluso siguen afectando al funcionamiento de la persona. Como en casi todos los problemas de orden psicológico, solo lo son, si afectan en los ámbitos o esferas de desarrollo del individuo. Esto es, en el ámbito familiar, social o profesional.
Estamos habituados a entender que un hecho o acontecimiento sobrevenido, pueda dejar una huella potencialmente traumática en una persona. Esperamos que sea normal que un adulto que sobrevive a una catástrofe, accidente, agresión, abuso, etc, pueda sufrir consecuencias negativas y que estas sean susceptibles de tratamiento.
Sin embargo, pequeños acontecimientos diarios, repetitivos y constantes, que de forma aislada nos producirían un pequeño rasguño, pueden provocar una fuerte alteración, dificultades adaptativas muy serias, que pueden incluir una baja autoestima, dificultades para dormir, sensación de culpa, dificultades para regular el estado de ánimo o para relacionarse de forma sana y segura, tanto en pareja como en grupo, y en último término dificultades disociativas.
Es frecuente encontrar en la consulta personas que llegan verbalizando que saben o intuyen desde hace tiempo que deberían hacer terapia, que tienen muchas cosas acumuladas que no han podido hablar, manejar o siquiera pensar o reflexionar y que creen que es el momento de hacerlo, acudiendo a la consulta de psicología.
Tanto si estamos ante una persona que presenta un trauma simple, agudo, sobrevenido por una circunstancia única (catástrofe, agresión, accidente, enfermedad grave), como si estamos ante una persona que presenta una miríada o constelación de pequeñas situaciones que hacen que se sienta inadecuada, inválida, poco competente, juzgada, por los demás o por ella misma. En ambos casos nuestra recomendación terapéutica será el abordaje por parte de un profesional de la psicología, con formación y experiencia en psicología clínica y EMDR.
¿Qué es EMDR?
EMDR es el acrónimo en ingles de las palabras, desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares. Se trata de un grupo de técnicas que cada vez son más usadas en el contexto de una psicoterapia completa. Se basan en el principio del procesamiento adaptativo de la información, por el cual los seres humanos somos capaces de encontrar alivio a las dificultades emocionales desde el funcionamiento integrado de los dos hemisferios cerebrales.
Se basa en que las personas tenemos la capacidad para la curación emocional y que este mecanismo se activa durante el sueño, en concreto una fase del sueño en la que presentamos movimientos repetitivos y sincronizados de los ojos, que se conocen como movimientos sacádicos, dicha fase de sueño se conoce como sueño REM.
En los procesos de psicoterapia con EMDR, el terapeuta tan solo acompaña a su paciente, guiándole para que tratar de activar los recursos que ya están dentro de la persona con el objetivo de encontrar alivio, y lo hace reproduciendo la actividad cerebral de los movimientos oculares del sueño a través de estimulación visual, auditiva o táctil.
No es el lugar para una explicación científica o técnica compleja, es suficiente con saber que la OMS (Organización Mundial de la Salud) y la APA (Asociación Americana de Psiquiatría) entre otras organizaciones recomiendan estos tratamientos como de elección para el trastorno de estrés postraumático, por sus resultados y la evidencia empírica que atesora.
¿Cómo tratar el trauma en psicoterapia?
Desde nuestro punto de vista el abordaje de elección para el tratamiento de traumas debe hacerse desde un modelo integrativo de psicoterapia preferentemente de carácter breve.
Nos basaremos en la certeza de que el ser humano es eminentemente relacional, que en nuestra historia evolutiva nos hemos construido como especie siempre desde el grupo y que por tanto en nuestro desarrollo bio-psico-social vamos a aprender distintas formas de relacionarnos. Vamos a tener por tanto distintas experiencias, algunas de ellas muy positivas y gratificantes y otras no tanto. Todas dejarán una huella en nuestra psique, en nuestra memoria.
Si pudiéramos ver estas huellas como cicatrices de heridas (traumas), nos daremos cuenta de que algunas son gratas de mirar, representan “batallas” o “luchas” que hemos ganado o en las que nos hemos visto bien, representados adecuadamente, respondiendo de forma adaptativa.
Son experiencias en las que reconocemos que hicimos todo lo posible, en la que nos gustó la forma en la que actuamos, a veces incluso nos hacen sentir orgullosos cuando las vemos. Sin embargo, otras cicatrices, huellas o recuerdos, no son así, son feas, no las miramos, nos desagrada que estén ahí. Nos recuerdan lo mal que lo hicimos, los problemas que no supimos o pudimos resolver, suelen contener culpa, resentimiento, dolor, en definitiva. Incluso a veces están infectadas, supuran, nos gustaría borrarlas del mapa de nuestra memoria, ¡ojalá fuera tan fácil!
Lo que hacemos a través del proceso de psicoterapia es “abrir” esas heridas, limpiarlas, desinfectarlas y tratar de que queden como las “otras cicatrices”, que sea posible mirarlas y que ya no nos duela, o no nos duela tanto hacerlo.
En EMDR decimos que cuando esto ocurre se ha producido un re-procesamiento del recuerdo traumático, en psicoterapia breve diremos que se ha producido la integración del recuerdo en la narrativa de la persona, que se puede contar a si misma lo que pasó y reconocerse en sus actuaciones, sin juzgarse o mortificarse por lo que no pudo o supo hacer.
Si en nuestro día a día notamos el peso del pasado, repetimos patrones de funcionamiento que nos colocan siempre en dificultades, si no nos gustamos a nosotros mismos, si nos ha ocurrido algo que no podemos contar a nadie, o si lo hemos contado, pero aún nos abruma la intensidad de lo ocurrido, nuestra recomendación es iniciar un proceso de terapia.
En Psicopartner, contamos con psicólogos expertos en trauma y en psicoterapia con EMDR, psicólogos con gran experiencia en el manejo de estas dificultades desde el vínculo y el respeto por las capacidades y las necesidades de sus pacientes.
Si te has visto reflejado-a en este artículo, consideras que has pasado por episodios duros y que aún no están resueltos, puedes ponerte en contacto con el equipo de PSICOPARTNER, llamándonos al +34 669 489 678 o enviándonos un email a hola@psicopartner.com y reservar una cita presencial o bien utilizando nuestro servicio de psicología online, donde estaremos encantados de analizar tu caso, atenderte y ayudarte.