La comunicación es el principal mecanismo de interacción de los seres humanos, y juega un papel central en la familia y en su resiliencia. La familia es la primera escuela donde aprendemos a comunicarnos. Por ello, la importancia de sentar unas buenas bases comunicativas en el ámbito familiar. Cómo aprendemos a comunicarnos en este contexto, influye en la comunicación que se tendrá fuera de él, pues constituye el primer eslabón de nuestra socialización.
Las interacciones en familia son continuas, lo que permite que se formen estilos o patrones relativamente estables de comunicación, es decir, elementos comunicativos verbales, gestuales, actitudinales…utilizados de forma recurrente. Podríamos destacar algunos de los más significativos:
- En un estilo pasivo, no se expone ni se comparte lo que se piensa o lo que siente por miedo a las consecuencias que pudieran derivarse. Ello genera que la comunicación no sea auténtica ni eficaz.
- En el estilo agresivo, se realizan intervenciones bruscas y poco respetuosas hacia los demás, a través de un lenguaje dominante o que invade el espacio de los otros, entorpeciendo el diálogo entre los miembros y deteriorando la relación.
- En cambio, con un estilo de comunicación familiar asertivo, se expresa lo que uno quiere, lo que se desea, cómo se siente o lo que se espera del otro. Y se expone de una forma directa, clara y respetuosa. Las familias que potencian este estilo de comunicación tienen mayor facilidad para negociar y alcanzar acuerdos entre sus miembros, lo que favorece las relaciones afectivas entre ellos.
Si se instalan en la familia estilos como el pasivo o el agresivo, las relaciones familiares tenderán al conflicto. En cambio, si la comunicación es positiva, es asertiva, la familia tiende hacia la funcionalidad, la negociación y el acuerdo. Cuanto más clara, directa y explícita sea la comunicación en la familia, más funcional será también su dinámica de relaciones.
Por tanto, es fundamental trabajar en las familias la expresión por parte de sus miembros de sus necesidades, de sus emociones y expectativas de una forma abierta, auténtica y respetuosa. En este sentido, los padres juegan un papel clave al servir de modelos de referencia para sus hijos, sabiendo que ese aprendizaje no sólo se aplicará en el contexto familiar sino que se extenderá también al contexto social.
Obstáculos en la comunicación familiar
Vamos a identificar algunas actuaciones en la comunicación que dificultan la conexión interpersonal y pueden dañar las relaciones afectivas dentro del ámbito familiar.
- Las órdenes y mandatos, sin valorar los sentimientos o necesidades del otro.
- Las amenazas, generan emociones y comportamientos de miedo o de sumisión, además de despertar resentimiento y hostilidad hacia la otra persona, ejemplo “si no haces lo que te digo…”
- Los sermones continuos, mensajes del tipo “deberías haber hecho…”, tendrías que…” pueden provocar resistencias y defensas de la postura contraria.
- Los juicios, las críticas, las ridiculizaciones, generan sentimientos de inferioridad, de falta de valor, que pueden acompañarse con actitudes defensivas como forma de protección. Además provocan un rechazo hacia quien emite los juicios o las críticas.
- El silencio como respuesta, transmite indiferencia hacia el interlocutor y hacia sus necesidades e intereses.
- Una de las dificultades habituales en las familias es pensar que el otro es capaz de suponer o de adivinar lo que uno necesita o siente, a pesar de no haberlo expresado, generando decepción en el caso de que no actúe como se espera.

Técnicas que facilitan la comunicación
Veamos algunas habilidades o estrategias que facilitan la fluidez y la eficacia de las conversaciones, y que además ayudan a resolver dificultades en la comunicación entre sus miembros, como pueden ser los conflictos entre los padres e hijos.
- Escucha activa: Saber escuchar es un proceso básico para la calidad comunicativa. Escuchar activamente consiste en escuchar con atención y transmitiendo empatía al otro. Además de permitirnos una comprensión completa del mensaje, con la escucha activa transmitimos a la otra persona que nos importa lo que nos está contando y por extensión que nos importa ella.
- Mensajes claros, congruentes y oportunos: se expresa lo que se quiere y se siente tal y como se quiere y se siente, además, el mensaje se acompaña de gestos y actitudes en sintonía con lo que se dice.
- Cuidar la comunicación no verbal, los gestos, la entonación, las miradas, la postura corporal.
- Expresarnos desde el “yo”, hablando desde nuestro sentir, y evitando las acusaciones o interpretaciones de las conductas de los demás.
En conclusión, las familias con patrones funcionales de comunicación favorecen la escucha, la expresión auténtica, el respeto de las emociones, en definitiva, respetan la individualidad de cada miembro. Y la comunicación representa para ellas un medio de fortalecimiento de su relación.
El contexto familiar supone un escenario donde se transmiten valores, actitudes, formas de actuación, se expresan deseos o intereses. La comunicación es un elemento clave de transmisión de afecto, seguridad y protección y por todo ello, es importante fomentar que padres e hijos encuentren las condiciones con las que potenciar, o mejorar, su comunicación.
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