John Mayer y Peter Salovey, principales investigadores de la inteligencia emocional, publicaron en 1990 su artículo “Inteligencia emocional” donde definen el concepto como “un subconjunto de la inteligencia social que comprende la capacidad de controlar los sentimientos y emociones propios así como de los demás, de discriminar entre ellos y utilizar esta información para guiar nuestro pensamiento y nuestras acciones”.
En 2001 Mayer la describe como “la habilidad para reconocer el significado de las emociones y sus relaciones, y para razonar y resolver problemas en base a ello, incluyendo también las emociones para realizar actividades cognitivas”.
Este modelo de inteligencia emocional supone la interacción de dos operaciones mentales básicas, la emoción y el razonamiento, se entendería por tanto como un procesamiento de información emocional. Y como la utilización de las emociones en nuestro razonamiento facilitaría nuestra adaptación a un entorno en continuo cambio. Implica por tanto que la inclusión de las emociones favorece un razonamiento más efectivo al mismo tiempo que incorpora la habilidad para razonar sobre la propia vida emocional.
Para Mayer y Solovey la inteligencia emocional sería entendida como una habilidad que se aprende y que puede modificarse, formada por cuatro habilidades básicas:
La percepción y expresión emocional
Es la habilidad para identificar y reconocer emociones en nosotros mismos así como en aquéllos que nos rodean. Implica prestar atención y descodificar con precisión las señales emocionales de la expresión facial, movimientos corporales o tono de voz.
La facilitación o asimilación emocional
La emoción como facilitadora del pensamiento, capacidad para aprovechar la información emocional y dirigirla a mejorar nuestro razonamiento. Habilidad para tener en cuenta las emociones cuando razonamos o solucionamos problemas, ayudando a ajustar el pensamiento a los estados emocionales, aportando perspectiva, dirigiendo la atención a la información relevante, facilitando el juicio etc.
La comprensión emocional
La habilidad para comprender la información emocional. Desglosar el amplio y complejo repertorio de señales emocionales, etiquetar las emociones y reconocer las categorías en que se agrupan . Implica conocer las causas generadoras del propio estado anímico y las consecuencias futuras.
Así como reconocer las transiciones de unos estados emocionales a otros y la aparición de sentimientos simultáneos y a la vez contradictorios.
La regulación emocional
Es la habilidad para dirigir y manejar las emociones y relaciones emocionales de una forma eficaz para el crecimiento personal e interpersonal.
Implicaría la capacidad para estar abierto a los estados emocionales tanto los agradables como los desagradables, así como la reflexión sobre los mismos para renunciar o aprovecharlos en función de su utilidad.
A pesar de la aparición con anterioridad de esta investigación, fue el psicólogo Daniel Goleman quien popularizó el término con la publicación de su libro “Inteligencia Emocional” en 1995 . El libro se convirtió en un fenómeno editorial con gran repercusión y éxito de ventas. D. Goleman definió la Inteligencia emocional como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar las emociones en nosotros mismos y en nuestras relaciones”. Este autor entiende que estaría formado por 5 competencias principales:
- El autoconocimiento emocional o conciencia de uno mismo: es el conocimiento sobre las propias emociones y la valoración de cómo nos influyen. Supone el darnos cuenta de lo que sentimos y tener la capacidad de evaluarlo.
- El autocontrol o autorregulación emocional: se trata de la capacidad de manejar las emociones, adecuándolas al momento y a la situación. Implicaría dosis de flexibilidad y adaptación.
- La automotivación: supone la capacidad de motivarse a uno mismo, de dirigir las emociones hacia un objetivo deseado, pudiendo demorar las gratificaciones en favor de la consecución de la meta establecida.
- El reconocimiento de las emociones ajenas o empatía: saber interpretar las señales que los demás emiten, permitiendo entenderlos, y así dar la respuesta más adecuada a partir de la información percibida. Esta competencia es fundamental para la formación de vínculos más estables.
- Las habilidades sociales o relaciones interpersonales: es la habilidad para relacionarnos adecuadamente con los que nos rodean, de ser capaces de interactuar con nuestro entorno.
Desde la década de los 90 hasta la actualidad las investigaciones y modelos sobre la Inteligencia Emocional se han incrementado, impulsadas por el papel clave que tiene en nuestro bienestar emocional. Tal y como expone en su libro D. Goleman, “una de las principales contribuciones de la inteligencia emocional consiste en aprender a relacionarnos de manera más inteligente con nuestro lastre emocional”.
Durante este período, se han realizado numerosos estudios cuyos resultados han evidenciado que una mayor inteligencia emocional se asocia con: una mayor autoestima y un estado de ánimo positivo más alto, así como con menores índices de depresión y con una mayor satisfacción con la vida pues mejora la calidad de vida, enriquece la vida social y favorece la productividad, el aprendizaje y el éxito académico, entre otros aspectos.
Por tanto, el aprendizaje y el entrenamiento de las competencias en inteligencia emocional permiten que las personas puedan manejarse de una forma más saludable en los diversos ámbitos de su vida: a nivel intrapersonal, en su ambiente familiar, social, escolar o laboral.
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