Las intervenciones dirigidas a la promoción de la salud tienen como principal objetivo la adquisición y el mantenimiento de conductas saludables, lo que en definitiva revierte en una mejora de la calidad de vida.
Existe una delgada línea de separación entre las conductas de promoción de la salud y las intervenciones para la prevención de la enfermedad, y el esfuerzo por la consecución de logros en una de ellas favorece también los efectos positivos en la otra, por lo que en términos prácticos parte de sus objetivos se solapan.
J.D. Matarazzo, psicólogo y expresidente de la Asociación Americana de psicología, y a quien se le atribuyen los principales trabajos para el desarrollo en sus inicios de la psicología de la salud, en 1984, distinguió entre patógeno conductual e inmunógeno conductual.
El primer término lo utilizó para referirse a todas aquellas conductas que incrementan el riesgo de la persona a padecer algunas de las enfermedades más prevalentes en la sociedad occidental y cuya asociación con las tasas de mortalidad está demostrada; por ejemplo, el consumo de tabaco, la hipertensión, el colesterol, la obesidad, la falta de ejercicio físico, el estrés, en el caso de las enfermedades coronarias.
El término inmunógeno conductual representaría las conductas que tienen el efecto contrario, es decir que en vez de favorecer la enfermedad, reducirían su riesgo de aparición, a saber, dormir entre 7 u 8 horas diarias, mantenerse en el peso adecuado, no fumar, consumo moderado de alcohol, práctica de actividad física de forma regular...
Obstáculos al estilo de vida saludable
Parece de sobra conocido lo expuesto en los párrafos anteriores, y en cambio existen muchas ocasiones donde existe una gran dificultad en poner en marcha los inmunólogos conductuales.
Vamos a atender a esos obstáculosque surgen en el mantenimiento de las conductas que favorecen la salud:
- aparece un conflicto de valores: en nuestra sociedad la salud es un valor muy apreciado, pero la persona puede también considerar otros de sus valores que se encuentran en una posición también significativa en su jerarquía, y que confrontan con las conductas saludables. Ejemplos de ello sería la búsqueda de experiencias y sensaciones nuevas, el vivir de manera cómoda y sin exigencias entre otros
- las creencias interiorizadas: podrían equiparar, “los hábitos poco saludables con la buena vida”, en la dieta por ejemplo, o el sedentarismo, o “la asociación de las conductas saludables con el aburrimiento”, o el considerar que “el poseer salud procede únicamente de la genética” lo que supone no tener en cuenta que cada persona con su estilo de vida tiene un papel protagonista en el mantenimiento de la salud y en la prevención de la enfermedad
- las conductas perniciosas para la salud generalmente tienen una gratificación inmediata, en cambio en las conductas saludables la gratificación es demorada en el tiempo, lo que le aporta desventajas a la hora de su mantenimiento. Véase por ejemplo lo que sucede con el sedentarismo versus ejercicio físico, lo que genera que pueda entrarse fácilmente en el bucle de la procrastinación
- la falsa sensación de seguridad al no haber experimentado las consecuencias de los malos hábitos genera una sensación de invulnerabilidad ante la enfermedad y una minusvaloración del riesgo
Facilitadores de las conductas de salud
Los comportamientos saludables consistirían en todos aquellos que la persona manifiesta cuando se encuentra sana con el objetivo de prevenir la enfermedad (Kasl y Cobb). Tal y como expresaba Matarazzo “los esfuerzos de las personas por reducir sus patógenos conductuales y practicar conductas que sirvan como inmunólogos conductuales”.
En la investigación ha podido comprobarse que las conductas de salud son independientes y que el hecho de llevar a cabo alguna/s de ella/s no implica practicar otra/s. Por ejemplo, el hecho de que una persona no fumase no supondría que también tratase de llevar una dieta saludable.
Los factores que tienen una importante relación con la conducta de salud podemos destacar:
- el entorno, las pautas familiares y los hábitos aprendidos en relación a la salud, como ejemplo podría ser considerar el alcohol asociado a la diversión
- una consolidada red de apoyo social se ha visto como un importante protector en referencia a las conductas de riesgo para la salud
- otro de los elementos a tener en cuenta es la percepción del síntoma: con frecuencia el contacto con un síntoma puede ocasionar el deseo de realizar cambios en el comportamiento, al entender que representa una señal de un potencial problema. Desgraciadamente este factor motivador suele desaparecer cuando el síntoma cesa.
- los estados emocionales tienen un efecto sobre la promoción de la salud, así como también en sentido opuesto. Un estado de bienestar facilita el compromiso con la salud y con el autocuidado, mientras que un estado, por ejemplo, de estrés puede conllevar desatender la dieta, consumos nocivos etc
-inevitablemente las creencias propias sobre la salud inciden en el estilo de vida. Generalmente las personas tienden a ver su futuro en términos de salud de manera desmesuradamente optimista y a menudo alejado de la realidad
Si al hacer una revisión de tus hábitos cotidianos, encuentras conductas que desearías modificar y tienes dificultad para llevar a cabo tu propósito, puedes ponerte en contacto con el equipo de PSICOPARTNER, llamándonos al +34 669 489 678 o enviándonos un email a hola@psicopartner.com y reservar una cita presencial o bien utilizando nuestro servicio de psicología online, donde estaremos encantados de analizar tu caso, atenderte y ayudarte.