El desamor es un estado emocional que aparece cuando se termina una relación de pareja. Se trata de un proceso de desvinculación con la otra persona que es necesario para afrontar un nuevo futuro.
Sentir el dolor emocional de una ruptura de pareja es normal pasar por un período de duelo. El proceso del duelo es necesario para regenerarse ante una pérdida de cualquier tipo, incluidas la ruptura de un vínculo amoroso.
Terminar una relación de pareja
Romper una relación casi siempre genera un impacto, porque aunque tengamos clara nuestra decisión de romper, no es lo mismo pensarlo que vivirlo.
Una vez nos encontramos en la situación de ruptura, vivenciamos el dolor propio de esta circunstancia. No es fácil asumir que una relación no funciona y tomar una decisión al respecto.
De hecho, en muchas ocasiones nos mantenemos un tiempo en una fase de negación, donde nos resistimos a aceptar la realidad y fantaseamos con nuestra versión idealizada de la relación de pareja, versión que probablemente existió en un principio generada por nuestras expectativas y la fase de enamoramiento, donde tendemos a minimizar los errores de la otra persona y a maximizar sus cualidades.
De esta manera, nos hacemos un esquema idealizado sobre la otra persona y un esquema idealizado sobre la relación que tenemos con ella. No es poco frecuente que al preguntar en terapia de pareja qué les gustaría tener en su relación nos digan: ’’Estar como al principio’’, lo que consiste básicamente en estar en un mundo donde nuestro contacto con el otro se limite a disfrutar de las actividades placenteras de las primeras veces que quedamos, dentro de un tiempo de ocio reservado, que no implica problemas ni desacuerdos propios de la cotidianidad del día a día.
No obstante, esos primeros momentos de la fase de enamoramiento no corresponden a la etapa madura de la pareja, ya que habría que reajustar expectativas en base a una perspectiva más realista de lo que conlleva una relación de pareja para nosotros y determinar si hay algo que se puede reajustar, llegándose a un punto común, o si, al contrario, hay que tomar la decisión de terminar con la relación de pareja.
¿Y después de terminar la relación?
Después de la ruptura surgen dudas ante lo que pudo haber sido y no fue o interrogantes sobre qué hubiera pasado si hubiéramos actuado de manera diferente. Es bastante frecuente tener sentimientos de culpa, frustración y tristeza.
El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional
Por tanto, es normal tener sentimientos de tristeza o dolor, pero hay que transitar esta fase y normalizar estas emociones y no resistirnos ante ello, ya que ello nos podría llevar a unos niveles importantes de sufrimiento.
Lo que está claro es que nuestras expectativas acerca de una relación tienen un papel determinante en cuanto a cómo nos sentimos en la relación que tenemos, repercutiendo esto en tomar la decisión de seguir o romper.
Después de la ruptura, necesitamos asimilar ‘’la nueva normalidad’’, y es que, al igual que cuando perdemos a alguien allegado, siempre habrá ‘’una primera vez’’ en la que no esté la persona, como por ejemplo, eventos familiares, cumpleaños, Navidades, nuestras primeras veces y otras fechas señaladas.
¿Qué hacer después de una ruptura?
Es fundamental tener un círculo de apoyo en el que poder volcarse emocionalmente en esta situación vulnerable, así como realizar actividades que gratifiquen a uno mismo y le permitan crecer como persona, para mejorar la autoestima y la fortaleza interior.
Los amigos nos permitirán darnos cuenta de que no estamos solos y nos sentiremos muy aliviados al poder compartir nuestras emociones con ellos y sentir el calor que nos transmiten.
Realizar deporte, mantener la mente ocupada y mantener vínculos con nuestras personas más allegadas ayudan no solamente a nivel mental, sino también a nivel físico, ya que disminuyen el cortisol que nos genera el estrés, en este caso, generado por la ruptura sentimental.
A menores niveles de cortisol, mayores niveles de serotonina, la hormona de la felicidad, que repercute notablemente en nuestros momentos de bienestar y alegría.
¿Qué no hacer después de una ruptura?
Aunque estas conductas nos alivian el dolor a corto plazo, hay que tener muy en cuenta que seguir hablando de manera fluida con la persona, seguir exponiéndonos de manera obsesiva a objetos o lugares que nos recuerdan a ella o rememorar a diario qué pudimos haber hecho mal y qué haríamos de manera distinta ahora, son factores que dificultan enormemente superar una ruptura.
Esto es así porque nos mantienen en la fase de resignación, en los porqués y seguimos intentando luchar de manera inconsciente para cambiar algo sobre lo que ya hemos decidido.
Al contrario, para llegar a una fase de aceptación hay que despojarse de los pensamientos obsesivos y de las conductas destructivas, sólo de esta manera conseguiremos reforzar nuestra autoestima, crecer como personas y estar preparados para volver a vincularnos con otros, llegando a un nivel madurativo mucho más desarrollado y sintiendo cada vez más seguridad sobre las decisiones que tomamos.
Y es que, más que cuestionarse qué pudimos hacer mal, hay que quedarse con qué nos llevó a tomar la decisión de dejar la relación.
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