¿En qué consiste?
El síndrome del cuidador quemado refiere a una serie de síntomas, que incluyen el ámbito físico, psicológico y/o de la salud en general, que pueden sufrir aquéllas personas que realizan un cuidado continuado de un enfermo crónico, dependiente, con incapacidad de realizar actividades de la vida diaria por sí mismo.
Cuando hablamos de cuidador éste puede tratarse de un profesional (enfermeras, trabajadores sociales, terapeutas...), si bien, habitualmente, se trata de un familiar del enfermo. Este cuidador tiene que afrontar, de repente, una situación nueva para la que no tiene una formación específica, tampoco recibe remuneración económica por el trabajo que realiza ni tiene un horario establecido, dedicando una gran parte de su tiempo en atender a su familiar enfermo.
Socialmente, el incremento experimentado por la esperanza de vida en Europa y particularmente en España implica un envejecimiento de la población y por tanto, las situaciones de dependencia se hacen cada vez más frecuentes, lo que ocasiona que el síndrome del cuidador quemado tenga una mayor incidencia.
Existe, entre otros factores, una mayor probabilidad en su aparición:
- a más edad de la persona a quien cuidar
- a mayor número de patologías que sufra
- cuando no existe colaboración por parte de otras personas en el cuidado del enfermo
- cuando hay un mayor aislamiento social y no se participa de ninguna asociación o grupo de ayuda
El perfil del cuidador
Generalmente un perfil habitual del cuidador de un enfermo crónico, es una mujer, familiar del enfermo, normalmente su hija o su madre, y con una dedicación a las tareas de cuidado de más de 40 horas semanales
Un caso prototípico podría ser el de María de 56 años, quien lleva varios años, haciéndose cargo del cuidado de su madre dependiente prácticamente en solitario. Manifiesta estar muy cansada y no tener tiempo para nada, por lo que no atiende ni su descanso ni su alimentación, además sufre de episodios de ansiedad y angustia con pensamientos constantes sobre las tareas que tiene por hacer.
Características del síndrome
Algunos síntomas que pueden ponernos en alerta serían:
- Agotamiento físico y mental persistente
- Problemas de sueño
- Síntomas emocionales: ansiedad y estrés elevados, síntomas depresivos -tristeza, apatía, tensión, indefensión, culpa, desesperanza, sentimiento de soledad-, cambios de humor repentinos y frecuentes
- Aislamiento social, desinterés y abandono de aficiones
- Las alteraciones del apetito, del peso
- Empeoramiento de salud: dolores musculares, trastornos gastrontestinales, cardiovasculares, inmunológicas...
- Aumento del consumo de medicamentos (ansiolíticos, hipnóticos...)así como de sustancias como el alcohol o el tabaco
- Dificultades de concentración y para tomar decisiones, fallos de memoria
- Problemas laborales por ausencias reiteradas por complicaciones en la salud de la persona dependiente o por acudir a citas médicas
En definitiva, el cuidador abandona la atención a sus propias necesidades y presenta un menor número de conductas de cuidado de la propia salud. La intensidad del síndrome variará en función de una mayor o menor red de soporte familiar y social o según el grado de aislamiento en el que se encuentre.
Intervención
Es recomendable identificar lo antes posible las manifestaciones del síndrome para llevar a cabo actuaciones dirigidas a :
- recabar información sobre la enfermedad aportando estrategias de manejo de las situaciones, sobre los cuidados que requiere la persona a la que se va a cuidar. Es recomendable planificar el futuro de la persona dependiente y el de la propia familia, atendiendo a los cambios que van a producirse para cada uno de los miembros de la familia., así como una adjudicación de las tareas y responsabilidades
- reconocimiento y expresión de los sentimientos. La aceptación, normalización y expresión emocional permite soltar tensión y ayuda a liberarse.
- concederse permiso para pedir ayuda y compartir la responsabilidad de los cuidados. Pedir ayuda cuanto antes y de forma clara y expresa
- tiempo de autocuidado: que el cuidador atienda a su descanso, a su alimentación, a sus propias necesidades médicas por ejemplo, practique ejercicio físico,, mantenga a su red social de apoyo. las actividades y aficiones que siempre le han gustado
- terapia psicológica individual cuando se precise, trabajando con la relajación para afrontar el estrés, los pensamientos y emociones que favorecen el síndrome del cuidador quemado, el establecimiento de límites, bien al enfermo o a otros familiares, una gestión eficiente del tiempo, la identificación y regulación de emociones como pueden ser la culpa o la rabia, el establecimiento de objetivos o el entrenamiento en solución de problemas, entre otros
- asistencia a grupos de apoyo
- mantener el contacto con las amistades y las aficiones, aleja el riesgo de sentimiento de soledad, tristeza, apatía
El cuidadosostenido en el tiempo somete al cuidador a un enorme desgaste y estrés, lo que favorece su propia enfermedad, y lo convierte en un enfermo “invisible”. Además de llevar la responsabilidad del cuidado del enfermo, tiene que cargar también con el sufrimiento que genera ver la evolución de su ser querido.
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