¿Qué es el trastorno de estrés postraumático?
Empezaremos este artículo hablando sobre el significado de la palabra trauma. Etimológicamente proviene del griego y significa literalmente “herida”. Por tanto y desde ese significado podemos entender que los traumas pueden ser traumas físicos o heridas físicas, pero también podemos entender que se trata de heridas psicológicas, heridas emocionales, que pueden haberse generado como consecuencia de las físicas o que pueden ser consecuencia de la exposición o vivencia de hechos psicológicos que sin causar daño físico provocan un daño, a veces, tan o más intenso que éste.
Se asume, según los estudios realizados, que todas las personas vamos a experimentar al menos una vez en la vida un suceso vital con una fuerza suficiente como para ser considerado traumático. Estos mismos estudios nos indican que al menos un 25% de las personas que experimentan un hecho traumático son susceptibles de desarrollar un trastorno.
Es el mensaje asociado a la muerte, a la puesta en peligro de la propia vida o de los otros, lo que define un hecho como traumático. Los hechos traumáticos son sucesos que implican la exposición a la violencia o a un acto interpretado por el ser humano como violento; como consecuencia de un conflicto armado, el maltrato físico o psicológico, accidentes experimentados u observados, observación de violencia sobre los otros, por ejemplo; homicidios, atracos, agresiones sexuales. Ataques de animales o maltrato animal. Exposición a catástrofes humanas (atentados) o naturales.
No todas las personas experimentan dificultades, la intensidad de la exposición al evento traumático, la edad y el nivel de desarrollo, la situación socio-económica, la presencia previa de enfermedades o de psicopatologías, la existencia de una red de apoyo, entre otros, son factores que van a influir y que serán determinantes para que una persona pueda superar de forma natural este tipo de situaciones.
Dependiendo de esta percepción, de la historia o biografía de la persona y del repertorio de respuestas que pueda poner en marcha para paliar las consecuencias de la exposición, la experiencia de estas crisis puede quedar desintegrada, fuera de la narrativa del individuo, creando un recuerdo traumático, una experiencia disociada cuyas sensaciones negativas podrían volver, es decir ser disparadas, en situaciones o en momentos de su vida en los que la amenaza sea inexistente o no significativa.
La re-experimentación de síntomas, la presencia de pesadillas recurrentes, o la llegada incontrolada de pensamientos intrusivos y desrreguladores son señales que nos indicarían claramente que la persona está pasando por graves dificultades adaptativas.
¿Cómo saber si tienes un Trastorno de Estrés Postraumático?
Es frecuente observar conductas totalmente disfuncionales, que no dejan de ser un intento de abordar o afrontar la situación a la que nos enfrentamos, algunas de estas respuestas serían el pánico, el shock, la negación de la realidad y por tanto el aumento del riesgo de exposición a los estímulos que provocan la respuesta de estrés.
Muchas personas perciben que lo que les ocurre está totalmente fuera de control por lo que su sensación de incomodidad aumenta, es muy útil en este tipo de situaciones tornar medidas, esforzarse por generar hábitos que nos hagan sentir control y predictibilidad sobre la situación, pero como hemos expresado con anterioridad no todo el mundo lo consigue.
En el caso de presentar estas dificultades de forma recurrente, hasta el punto de que representen un impacto en la vida familiar, social o profesional será recomendable iniciar un tratamiento de desensibilización y de procesamiento de los recuerdos traumáticos. Será necesario poder establecer una nueva narrativa que permita a la persona explicarse lo que pasó y poder rehacer su vida.
Recientemente (2013) se ha reconocido que la exposición traumática no tiene porque corresponder con un solo hecho localizado en el tiempo y claramente identificable.
La sintomatología antes descrita es, a veces, experimentada por personas que no pueden identificar la causa de las mismas, simplemente la experimentan, generando un efecto devastador en la persona que no se reconoce a sí misma. Esto ocurre por la exposición prolongada a una situación que por sí misma no resulta de gravedad, pero que es persistente en el tiempo, muy a menudo desde la más tierna infancia, momento en el que se construyen los vínculos de seguridad que harán posible nuestro ser relacional.
Hablamos de negligencias parentales, de carencias de apego, de falta de sintonía emocional que en palabras de los especialistas en apego y trauma provocan el riesgo o peligro de desvinculación del niño. Si un niño no puede vincular con sus figuras de apego, su sistema emocional actuará como si estuviese en riesgo (de hecho lo estará).
Si el niño no puede hablar, calla, oculta y silencia lo que está ocurriendo, lo hará porque percibirá que se trata de algo necesario para su supervivencia. Este respuesta de su sistema afectivo quedará desintegrada, disociada de la narrativa y de la experiencia vital del niño al igual que ocurre con un hecho traumático claramente visible y localizable.
La manifestación de la sintomatología será variable, dependiendo de las experiencias y referencias externas, de los vínculos protectores que se puedan crear a partir de ese momento, pudiendo perfectamente quedar en estado latente y manifestarse cuando un estímulo actúe como un disparador, cuando conecte, con los recuerdos que permanecen encapsulados, desintegrados, en definitiva, disociados en la memoria y que en ese momento pueden seguir sin ser accesibles a la persona.
Este grupo de síntomas conforman el llamado Trastorno de Estrés Postraumático Complejo, (Trastorno relacional temprano o DESNOS). Se trata de una dificultad que se puede mantener oculta, tapada con otras dificultades, de hecho es frecuente que las personas que padecen estas dificultades acudan a la consulta con diagnósticos previos de dificultades en el ámbito de la alimentación, el sueño o la personalidad, diagnósticos que enmascaran la verdadera raíz de la “herida afectiva”.
Tratamiento para el TEPT
Los procedimientos terapéuticos que usamos en Psicopartner y que son de elección para esta dificultad adaptativa, pasan por las terapias de carácter cognitivo, la psicoeducación emocional y a nuestro juicio las terapias basadas en EMDR (Eyes movement desensibilitation and reprocessing). Estas últimas, han demostrado su valía en el tratamiento y recuperación de vivencias traumáticas agudas, las conocidas como traumas simples, hasta el punto de convertirse en el tratamiento de elección recomendado por la APA (American Psychological Association) para el tratamiento del trastorno de estrés postraumático TEPT.
La vivencia de un hecho traumático con un alto impacto emocional para la persona conlleva serias repercusiones psicológicas que pueden llegar a cronificarse si no se realiza el tratamiento adecuado.
La intervención temprana se ha mostrado altamente eficaz para asimilar y procesar el hecho traumático por lo que es recomendable dotar de apoyo psicológico lo antes posible.
En Psicopartner tenemos Psicólogos Colegiados con formación específica en trauma y con amplia experiencia en el tratamiento del estrés postraumático. Si has vivido un episodio traumático y te has visto reflejado/a en el artículo puedes reservar una cita llamando al +34 669 489 678 o bien rellenando el formulario de contacto.