Coaching | buscando un cambio en mi vida

Existe una cierta preocupación, cuando no polémica en torno a la “Psicología Coaching” y su papel, su lugar, en el ámbito profesional, en mi reflexión me parece indudable que los psicólogos que utilizamos la metodología coaching no tenemos esa preocupación.

Del mismo modo me parece indudable que, si asumimos el concepto de salud unido al de bienestar, cualquier actuación que responda a la necesidad que el cliente tiene de sentirse mejor va a tener un efecto sanador o cuando menos protector o profiláctico.

¿Es realmente tan importante en la práctica diaria definir si estamos ante una herramienta o una metodología terapéutica?

Después de las lecturas realizadas y después de reflexionar sobre ello, mi respuesta es clara NO, en mayúsculas y con negrita.

La razón fundamental para este argumento es que en la práctica clínica habitual nos encontramos con muchas personas que no presentan una patología que podamos incluir en una categoría diagnóstica descrita en el DSM o en la CIE de rigor. Son personas que llegan a la consulta porque no se sienten bien con su yo actual. Se sienten incómodas con sus “zapatos” en las relaciones interpersonales o en su propio diálogo interno.

Estas personas están buscando un cambio vital, un cambio trascendente, piden “a gritos” tener objetivos vitales, metas que no tienen en el momento en el que acuden a la consulta o bien que no les llenan. Acuden a nuestras consultas verbalizando que creen que es el momento de hacer una terapia, llegan a través de amigos, conocidos, o por voluntad propia.

En este tipo de clientes, es donde la Psicología Coaching puede aportar un valor diferencial, donde los psicólogos podemos marcar la distancia con otros profesionales que se dicen «coaches», tras una formación más o menos exhaustiva y con sus horas de prácticas o aquellos que se definen como autodidactas.

Los recursos que nos aporta nuestra formación de base nos capacitan de forma espléndida para ser capaces de identificar, quién necesita una terapia y quien un proceso de “life coaching” o si preferimos cambio vital.

Y en ese proceso de “life coaching” que solemos abordar los psicólogos en la clínica casi sin darnos cuenta de ello, ¿por qué no tomar las técnicas que ya dominamos que ya utilizamos en la práctica psicoterapéutica?.

La Psicología Coaching para desarrollar la mejor versión de ti mismo/a

Algunas de estas tecnicas, introducidas en el contexto de un proceso de coaching pueden ser facilitadoras o generadoras de un espacio para el autoconocimiento o psicoeducación, un espacio que genere consciencia sobre los estados mentales que nos dominan y que están sustentando las creencias limitantes, que nos impiden crecer y al fin y al cabo desarrollarnos hacia nuestro BSF (Best Self Possible), hacia nuestra mejor versión de nosotros mismos, o como se dice en la psicoterapia, “aquel que yo quiero ser”.

En psicoterapia integrativa, los profesionales suelen coincidir al afirmar que la disociación y los fenómenos disociativos deben ser interpretados como procesos naturales y por tanto normativos, al estar conectados con experiencias emocionales, pueden funcionar como limitadores de la capacidad de crecimiento, pero también como potenciadores de la misma.

Me gusta explicar a los clientes y pacientes que el cerebro humano es como un puzzle con varias piezas que sólo constituyen un todo cuando están correctamente posicionadas y en equilibrio. Cada pieza de ese puzzle sería un estado mental. Un estado mental que se afianza en las experiencias tempranas y vitales, en los recursos emocionales, en los pensamientos, mandatos y creencias que los acompañan.

La interpretación que hacemos del contexto, de las situaciones que debemos afrontar en nuestro día a día, conecta de forma rápida e inmediata con una o varias emociones, recuerdos, pensamientos. Casi todas las personas podemos identificar varias partes emocionales que unidas conforman nuestro autoconcepto, la imagen que tenemos de nosotros mismos.

En ocasiones ante una situación concreta alguna de esas partes emocionales “toma el control” y no permite que otras partes de nosotros mismos estén presentes. Esta “toma de control” no es voluntaria, ni siquiera es, la mayor parte de las veces, consciente.

Se dispara de forma automática ante una determinada configuración de estímulos externo e internos. Esto es lo que ocurre cuando una persona que tuvo una experiencia negativa de despido en el pasado, tiembla descontroladamente, balbucea o tartamudea cada vez que su “jefe” le llama a su despacho, aún cuando el motivo sea para felicitarle por un gran trabajo. Esta persona tendrá serias dificultades para presentar mejoras, para avanzar en su desarrollo profesional si su jefe tiene una percepción de él o ella timorata o poco resolutiva. Es posible que este empleado no sea plenamente consciente de lo que pasa, que no sepa explicar “porqué” le ocurre lo que le ocurre.

La respuesta puede estar en vincular los problemas de ajuste afectivo con el desarrollo del apego adulto y éste a los estilos atributivos, los estilos atributivos que ponemos en juego en el entorno profesional, especialmente en las relaciones interpersonales, beberían, con estos supuestos, de la relaciones intrapersonales (con uno mismo). Es decir experiencias de apego y desapego impactan en la manera en que interpretamos el mundo. Ser responsables de nuestro “loro interno”, de cómo interpretamos lo que nos ocurre y lo acoplamos a nuestros mandatos y creencias preexistentes.

Leyendo a Jonh Bowlby, recordamos que podemos diferenciar 4 tipos generales de apego que, conectamos con el llamado apego adulto y que nos indican, cómo, algunas personas pueden estar “determinadas” a reaccionar de forma des adaptativa o contraria a sus necesidades o intenciones conscientes. Es, desde un apego inseguro (ansioso o evitativo) o desde experiencias de apego desorganizadas, que se maximiza la posibilidad de experimentar reacciones defensivas ante situaciones en las que, otras personas, que tienen experiencias de apego seguro reaccionan de forma adaptativa.

La Psicología Coaching en Psicopartner

Resumiendo, desde la psicología coaching, ejercida por psicólogos fomados podemos utilizar herramientas terapéuticas habitualmente usadas en el tratamiento de los trastornos disociativos en clientes “sanos”, con el fin de incrementar su autoconocimiento, hacer consciencia de lo que está ocurriendo en su interior, con el objetivo de facilitar el cambio de observador y generar una oportunidad de aprendizaje transformacional.

En Psicopartner como Psicólogos Coaches, incoporamos a nuestro repertorio profesional aquellas técnicas que han sido contrastadas en la práctica clínica, que tienen validez científica y nos resultan útiles para acompañar a nuestros pacientes en el ejercicio clínico.

Todo lo anterior siempre con la clara visión de que no debemos olvidar la metodología coaching, en la que es siempre el coachee el que marca la definición del objetivo, sin ello, el proceso estará incompleto.

El uso de estas u otras técnicas que proceden del campo clínico, nos lo debe pedir el propio cliente, desde su incapacidad o dificultad para llegar a su objetivo tan solo desde la conversación, sólo en este contexto tienen sentido, como herramientas que posibilitan que nuestro coachee cambie.

¿Te sientes insatisfecho con tu vida, aunque aparentemente todo te vaya bien?

¿Sientes que es el momento de un cambio profesional o vital y no sabes como hacerlo o no te atreves a salir de tu «zona de confort»?

Si este es tu caso la metodología coaching puede ser tu solución, llámanos al teléfono 91 466 98 62 o bien al 669 489 678 y solicita una primera sesión, estaremos encantados de atenderte

Jorge Bueno

Jorge Bueno

Psicólogo Sanitario Especialista Niños y Adolescentes.

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