¿Qué es la indefesión aprendida?
La indefensión aprendida es un fenómeno psicológico descrito inicialmente por los psicólogos Martin Seligman y Bruce Overmier en los años 60 del siglo pasado.
El experimento original fue llevado a cabo con animales en 1967 en la Universidad de Pensilvania en Estados Unidos. Colocaron a unos perros en una situación donde se tenían que enfrentar de forma repetida a estímulos dolorosos, en concreto a descargas eléctricas, de los cuales no podían librarse actuasen como actuasen.
Tras vivir esa experiencia repetidamente, los perros renunciaron a tratar de escapar, se rendían antes de intentarlo, incluso en nuevas situaciones en la que ya sí se les permitía evitar los estímulos negativos, permanecían en el lugar soportando la descarga. Aprendieron que sus acciones no tenían impacto, y por tanto, dejaban de tratar de modificar su situación y de evitar las circunstancias desagradables, aunque la situación cambiase y tuviesen oportunidad de modificar el escenario aversivo. Habían aprendido a ser indefensos.
Posteriormente, se realizaron nuevas formulaciones del experimento con humanos, usando para ello ruidos molestos o tareas imposibles de resolver como estímulo desagradable. El modelo de la indefensión aprendida se entiende como un modelo de estrés incontrolable que genera un intenso malestar emocional. Es un modelo, con las diferentes formulaciones que han ido incorporándose, muy conocido en el ámbito clínico y experimental, que se ha aplicado principalmente a la sintomatología depresiva, pero también se ha tenido en cuenta en otras áreas como la psicología de la salud.
Conclusiones de la investigación
Es clave la percepción de control de la persona sobre la situación: la indefensión no es generada tanto por el dolor o por el castigo recibido, sino por la percepción de que no se puede hacer nada para evitarlo o escapar. Con los experimentos, Seligman trató de confirmar el efecto depresivo que implicaba sentir falta de control ante un estímulo aversivo. Utilizando una tarea mental a las que se incorporaba un ruido distractor, las personas a las que se les dio la posibilidad de apagar ese sonido (curiosamente pocas fueron los que se levantaron a apagarlo) mostraron mejores resultados que aquellas personas que no tenían la posibilidad de omitirlo. Y por tanto, se concluyó que solamente con el hecho de tener la oportunidad de desconectarlo ya se contrarrestaba sus efectos negativos.
La indefensión se aprende y además se generaliza. La persona o el animal que aprende a sentirse impotente en una situación determinada puede trasladar esa actitud a otras situaciones nuevas, incluso a aquéllas en las que sí podría tener capacidad de control.
¿Qué consecuencias tiene la indefensión aprendida?
Las personas que han sentido la indefensión desarrollan una serie de problemas adicionales. Es un fenómeno que afecta a varios niveles:
- A nivel conductual: se paralizan y no intentan cambiar las consecuencias desagradables
- A nivel de cogniciones: experimentan un bloqueo mental y no son capaces de identificar las nuevas formas de escape o de solución cuando se han producido cambios en la situación
- A nivel emocional: desarrollan síntomas emocionales similares a los de la depresión, como la pasividad, la tristeza, la pérdida de motivación, la desesperanza, una visión negativa del futuro, la resignación. También síntomas de ansiedad, al vivir todo como una amenaza incontrolable y de la que no pueden escapar, generando un estrés intenso y prolongado. La persona puede terminar teniendo un grave problema de autoestima.
La indefensión aprendida aportó un aspecto a considerar en la manera de afrontar el día a día: la percepción de control que se tiene de una determinada situación puede ser tan relevante como el control real que sobre ella se tenga. Muy frecuentemente lo que dificulta avanzar, no son las circunstancias externas, sino la creencia interna de impotencia, de la sensación de incapacidad de hacer algo. Los estudios posteriores señalaron la influencia que representaba el estilo atribucional con el que cada uno se explica sus propios fracasos.
En determinados ámbitos, como las relaciones personales, el desempeño laboral o académico pueden ocurrir situaciones en las que las personas se sientan indefensas. Algunos ejemplos cotidianos podrían ser:
- Una persona que sufra maltrato emocional o físico puede acabar resignándose, porque haga lo que haga el resultado siempre es el mismo y no encuentra alternativas de solución
- Alguien desempleado que durante mucho tiempo busca trabajo sin conseguirlo puede acabar abandonando la búsqueda, al considerar que haga lo que haga el resultado siempre es el mismo, al carecer de percepción de control
- Un estudiante que se esfuerza de manera continuada y constantemente recibe malos resultados, puede considerar que nada de lo que haga tendrá efecto, se puede sentir incapaz y dejar de esforzarse.
¿Cómo abordar la indefensión?
La indefensión aprendida representa una barrera que puede limitar significativamente nuestro bienestar y capacidad de acción, generando sentimientos de impotencia y resignación ante situaciones del día a día.
Pero esta situación se puede trabajar, la terapia psicológica se ha mostrado efectiva para ayudar a las personas a recuperar el control sobre sus vidas, cuestionar creencias limitantes y desarrollar estrategias de afrontamiento y resiliencia.
La terapia psicológica que utilizamos en Psicopartner para superar la indefensión aprendida se basa principalmente en la terapia cognitivo-conductual, que ayuda a restructurar pensamientos, emociones y conductas disfuncionales que mantienen la sensación de incapacidad. Esta terapia incluye técnicas de reestructuración cognitiva para cambiar creencias irracionales y fomentar la autoeficacia y la autoestima.
En algunos casos también utilizamos terapias como EMDR para tratar situaciones traumáticas vividas que pueden estar influyendo o condicionando la instalación de la indefensión aprendida.
Observar y reconocer cuándo se ha instalado la desesperanza y la indefensión ayudarán a la búsqueda de ayuda profesional. Atender los síntomas emocionales, identificar los pensamientos automáticos negativos, cuestionar las creencias limitantes nucleares que perpetúan la sensación de impotencia y realizar un cambio en la propia narrativa que logre un mayor bienestar emocional.
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