¿Alguna vez te has sentido excitado/a durante las relaciones sexuales al imaginar a alguien distinto a tu pareja?
Si es así, has experimentado lo que se conoce como alorgasmia, un término poco conocido que describe una práctica más común de lo que podríamos pensar.
¿Qué es la alorgasmia?
El término “Alorgasmia” se emplea para describir el fenómeno de fantasear con otra persona mientras se mantienen relaciones sexuales con la pareja actual.
Visualizar a alguien más o recrear situaciones vinculadas a nuestras fantasías sexuales mientras compartimos un momento de pasión con nuestra pareja, es precisamente lo que se conoce como alorgasmia. Este ejercicio mental puede intensificar significativamente la excitación y el deseo, acelerando el camino hacia un orgasmo más pleno y satisfactorio. Esta intensificación surge a través de la creación de objetos o imágenes, ya que la fantasía es, en esencia, la capacidad de hacer presentes las imágenes en nuestra mente.
Entre todas, la fantasía erótica es quizás la más poderosa, y sus representaciones pueden actuar como una amplificación de la experiencia presente. El sentimiento erótico se convierte, entonces, en una forma de intensificar la sensación de estar plenamente vivo.
La fantasía dirige toda nuestra atención hacia un objeto o imagen, amplificando el sentimiento erótico y transformando la experiencia en algo más profundo y vívido. Los objetos —como el cuerpo de la otra persona— no son abandonados por la fantasía, sino que se ven impregnados y enriquecidos por ella, integrándose en esta construcción erótica de la realidad.
Así, fantasear no implica evadir el mundo tangible, sino profundizar en él, enriqueciendo nuestra percepción y conexión con la experiencia presente.
La fantasía erótica, lejos de ser una mera escapatoria, es en una herramienta para explorar y potenciar la vivencia del deseo y la intimidad.
Entonces, ¿por qué no dejar que la imaginación fluya y fantasear con otra persona o situación en nuestra cama?
Porque, en la realidad, lo que comienza como una dulce fantasía puede transformarse en una necesidad rígida, dificultando la espontaneidad y convirtiéndose en una práctica desadaptativa que interfiere con la conexión sexual con la pareja.
¿Qué es una parafilia?
Aunque la revolución sexual comenzó en la década de 1960 y como sociedad hemos avanzado hacia una mayor apertura en torno a la sexualidad y las conductas sexuales, las fantasías sexuales siguen siendo uno de los temas más cargados de tabú. Esto podría deberse a la ambigüedad que existe al definir qué fantasías se consideran “normales o típicas” y cuáles se etiquetan como “anormales o atípicas”.
Algunas fantasías sexuales, dependiendo de su naturaleza y de las personas u objetos involucrados, pueden clasificarse como atípicas y, en ciertos casos, ser reconocidas como parafilias. Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), una parafilia se define como:
“cualquier interés sexual intenso y/o persistente que no implique la estimulación genital o de caricias preparatorias con parejas humanas fenotípicamente normales, físicamente maduras y con consentimiento”.
Los trastornos parafílicos representan una forma más grave de parafilia. Los deseos irrefrenables o fantasías sexuales causan malestar clínicamente significativo y/o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes de su vida o cuyo cumplimiento ha implicado daño personal o riesgo de daño a otras personas. Esta diferenciación, introducida en la última edición del DSM, permite separar a quienes tienen intereses sexuales atípicos, pero no presentan patología, de aquellos cuya condición incluye angustia clínica o prácticas no consentidas.
Si la existencia de una parafilia por sí sola no requiere necesariamente intervención clínica, un trastorno parafílico sí lo hace. Entre los trastornos parafílicos reconocidos se incluyen:
- Voyeurismo: Se define como una excitación sexual intensa y recurrente que surge al observar a una persona desprevenida mientras está desnuda o involucrada en una actividad sexual. Este comportamiento suele manifestarse a través de fantasías persistentes, deseos incontrolables o una búsqueda activa de estas situaciones. En algunos casos, puede llegar a ser casi indispensable para la persona, dificultando su capacidad de experimentar excitación sin la presencia de escenas sexuales ajenas.
- Exhibicionismo: Se refiere a una excitación sexual intensa y recurrente que surge al exponer los genitales a una persona ajena desprevenida. Este comportamiento suele manifestarse a través de fantasías persistentes y deseos incontrolables que pueden generar un malestar clínicamente significativo o provocar un deterioro en las relaciones sociales. En muchos casos, se observa una marcada dificultad para abandonar esta conducta, lo que resalta su impacto en la vida personal y social del individuo.
- Frotteurismo: Consiste en una excitación sexual intensa y recurrente que surge al tocar o frotarse contra otra persona sin su consentimiento. Este comportamiento se manifiesta a través de fantasías persistentes, deseos incontrolables y conductas compulsivas, como buscar situaciones en público para realizar estos actos. Estas conductas suelen generar un malestar clínicamente significativo o un deterioro notable en la vida social del individuo.
- Masoquismo: Se caracteriza por una excitación sexual intensa y recurrente que surge al ser humillado, golpeado, atado o sometido a cualquier forma de sufrimiento. Este comportamiento se manifiesta a través de fantasías persistentes, deseos incontrolables o la búsqueda activa de situaciones que involucren estas dinámicas. En algunos casos, puede volverse indispensable para la excitación, dificultando o imposibilitando la respuesta sexual en ausencia de estos estímulos.
- Sadismo: Se define como una excitación sexual intensa y recurrente que surge del sufrimiento físico o psicológico infligido a otra persona. Este comportamiento puede manifestarse a través de fantasías persistentes, deseos incontrolables e incluso la búsqueda activa de situaciones que involucren estas dinámicas. En algunos casos, estas conductas se llevan a cabo sin el consentimiento de la otra persona, lo que puede tener implicaciones éticas y legales significativas.
- Pedofilia: Se caracteriza por deseos sexuales intensos e incontrolables, fantasías persistentes o comportamientos que implican actividad sexual con uno o más niños prepúberes, generalmente menores de 13 años. Estas fantasías y conductas suelen ser imposibles de controlar, y la excitación sexual del individuo a menudo depende exclusivamente de este tipo de estímulos, lo que resalta la gravedad de la condición desde el punto de vista clínico.
- Fetichismo: Se caracteriza por una excitación sexual intensa y recurrente provocada por el uso de objetos inanimados o un interés desmedido por partes del cuerpo no genitales. Esta excitación, en muchos casos, se vuelve indispensable, dificultando o imposibilitando la estimulación de otras formas. Este comportamiento puede manifestarse a través de fantasías persistentes e incontrolables, generando un malestar clínicamente significativo o un impacto negativo en la vida social y emocional del individuo.
- Travestismo: Se define como una excitación sexual intensa y recurrente que surge al vestirse con ropa asociada al género opuesto. Este comportamiento se manifiesta a través de fantasías persistentes, deseos incontrolables o impulsos que pueden generar un malestar clínicamente significativo o provocar un deterioro en áreas importantes de la vida, como la social, laboral o personal.
¿Cuál es la diferencia entre una fantasía típica y atípica?
El problema y diferencia entre un tipo de fantasía y otro no radica únicamente en que el contenido de la fantasía sea atípico, sino principalmente en los aspectos patológicos asociados, como la rigidez y la dependencia de ciertas fantasías sexuales. Esto puede manifestarse en una dificultad significativa, o incluso en la incapacidad, para experimentar excitación a través de la estimulación genital, las caricias o los juegos preliminares con una pareja sexual físicamente madura y que actúe con consentimiento.
Las fantasías sexuales representan una dimensión vasta y sumamente personal de la sexualidad humana que sigue siendo poco estudiada empíricamente.
Según algunas corrientes psicológicas los pensamientos eróticos parten de un deseo inconsciente que ha sido reprimido. Generalmente comenzamos a fantasear desde la adolescencia, usando nuestra imaginación para escapar del aburrimiento y las presiones sociales asociadas con el sexo.
Mucho de nuestra relación con la sexualidad adulta depende del aprendizaje adquirido durante el desarrollo sexual en la pubertad y la adolescencia. Las situaciones, circunstancias, personas u objetos que desencadenaron nuestras primeras experiencias de excitación, así como la intensidad de estas vivencias, juegan un papel fundamental en la construcción de nuestras preferencias y respuestas sexuales.
Factores como la variedad en nuestras prácticas sexuales, la capacidad de explorar diferentes formas de excitación y la flexibilidad en nuestro comportamiento sexual pueden enriquecer significativamente nuestra vida íntima.
Por otro lado, las fantasías pueden actuar como un recurso valioso para nutrir y diversificar la práctica sexual, pero también pueden convertirse en un obstáculo si limitan nuestra capacidad de adaptación, obligándonos a recrear de manera rígida un mismo escenario para experimentar placer.
Si tu fantasía enriquece y se integra de forma natural y placentera en la práctica sexual con tu pareja, no hay motivo para no disfrutarla y explorarla juntos.
En este caso, equilibrio entre variedad, flexibilidad y creatividad es clave.
Sin embargo, si descubres que la excitación depende exclusivamente de esta fantasía y que resulta difícil o imposible adaptarla a la dinámica sexual con tu pareja, puede ser un buen momento para buscar el apoyo de un profesional en sexología y psicología clínica. La terapia sexual podrá ayudarte a abordar esta situación con sensibilidad, ofreciéndote herramientas para recuperar la flexibilidad y la plenitud en tu vida íntima.
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