Cuando un hombre acude a consulta por disfunción eréctil, ¿con qué frecuencia se evalúa realmente el papel de la pareja?
¿Y la pareja? El papel olvidado en los problemas de erección
Demasiado a menudo, la atención se centra exclusivamente en el individuo, dejando en segundo plano una dimensión crucial: la relación afectiva y sexual compartida.
En la práctica clínica, es común observar que las dificultades sexuales y los conflictos de pareja se retroalimentan.
¿Qué fue primero, la disfunción o el deterioro de la relación?
Como en la paradoja del huevo y la gallina, a veces resulta imposible separar causa y consecuencia. Lo que sí sabemos, gracias a numerosos estudios, es que la función sexual de un miembro de la pareja puede influir directa y profundamente en la del otro.
La sexualidad no se reduce a una función fisiológica, sino que es una vivencia compartida.
Ya en 1970, Masters y Johnson afirmaban que no existe pareja duradera sin dificultades sexuales en algún momento de la relación. Tanto en la disfunción eréctil como en la eyaculación precoz, la calidad de la relación juega un papel determinante, no solo en el origen del problema, sino también en su mantenimiento a lo largo del tiempo.
Por ejemplo, cuando un hombre sufre disfunción eréctil, no es raro que su pareja experimente una disminución del deseo sexual. Además, la evidencia clínica muestra que, cuando la pareja participa activamente en el proceso terapéutico, las probabilidades de éxito a largo plazo aumentan significativamente.
El impacto emocional de los problemas de erección
Para muchas parejas, la disfunción eréctil se convierte en un terreno confuso:
¿ya no le atraigo? ¿hay otra persona? ¿es culpa mía?
Estas dudas generan sentimientos de rechazo, tristeza y frustración. son expresiones legítimas de inseguridad afectiva que pueden surgir cuando la sexualidad compartida empieza a fallar. Esta incertidumbre genera sentimientos de rechazo, tristeza, frustración y, en muchos casos, una sensación de pérdida que afecta profundamente a la autoestima de ambos miembros de la pareja.
Según estudios clínicos, las parejas de hombres con disfunción sexual presentan mayores niveles de angustia emocional que los propios pacientes, una realidad que rara vez se aborda en consulta.
Hay estudios que señalan que hasta el 62% de las parejas femeninas de varones con problemas de erección presentan también dificultades sexuales, como disfunción orgásmica, vaginismo, dispareunia o bajo deseo sexual. Estos problemas no solo afectan la dinámica íntima, sino que también pueden convertirse en factores que mantienen o agravan la disfunción eréctil del varón, generando un círculo vicioso difícil de romper sin ayuda profesional.

A menudo, la mujer no se siente parte del problema, pero tampoco del tratamiento. Y cuando la terapia se centra únicamente en el varón, sin integrar a la pareja, se desaprovecha una valiosa oportunidad terapéutica. Estudios demuestran que la implicación activa de la pareja en la evaluación, tratamiento y seguimiento mejora notablemente el pronóstico, no solo en términos de función sexual, sino también en satisfacción relacional y bienestar emocional.
Este sufrimiento compartido suele permanecer en silencio, en parte porque todavía existen muchos mitos y tabúes alrededor de la sexualidad en pareja, y en parte porque la consulta médica o psicológica tradicional no siempre dispone del tiempo ni del enfoque relacional necesario para abordarlo. Sin embargo, la psicoterapia sexual de orientación integradora, como la que practicamos en Psicopartner, pone el foco precisamente en esa dimensión olvidada: la experiencia de ambos miembros de la pareja como co-protagonistas del problema... y de la solución.
Ansiedad, inseguridad y la espiral silenciosa
Un problema de erección no solo impacta en la respuesta sexual, sino que actúa como detonante de emociones complejas que pueden ir acumulándose en la pareja sin ser expresadas. Muchas mujeres, ante la ausencia de diálogo, comienzan a construir explicaciones propias que rara vez se corresponden con la realidad: “Ya no me desea”, “he dejado de ser atractiva”, “seguro hay otra persona”. Estas ideas, alimentadas por el silencio, activan sentimientos de inseguridad y vulnerabilidad emocional que afectan tanto a la vida sexual como a la calidad del vínculo afectivo.

Por otro lado, el varón también puede sentirse atrapado en un ciclo de evitación y vergüenza. El temor a “fallar” nuevamente genera una anticipación ansiosa que, paradójicamente, incrementa el riesgo de que la disfunción persista. Así se entra en una espiral silenciosa donde ambos sufren, pero ninguno encuentra las palabras para romper el muro. Este patrón de mutismo emocional no solo bloquea la intimidad, sino que también puede cronificar el problema si no se interviene con una mirada terapéutica integradora que incluya a ambos miembros de la relación.
En definitiva, el efecto psicológico puede ser profundo: la baja autoestima, el miedo al rechazo y la ansiedad sobre el futuro de la relación pueden convertirse en un peso emocional constante. Muchas veces, ni siquiera se habla del tema, el silencio, lejos de proteger, erosiona la confianza y crea distancia.
Cuando la relación también se ve afectada
La disfunción eréctil no solo altera la actividad sexual, sino también la calidad del vínculo afectivo. La comunicación se vuelve tensa o inexistente, y con ello disminuye la intimidad emocional. Estudios recientes confirman que la disfunción sexual de uno de los miembros de la pareja puede reducir la satisfacción relacional y aumentar los conflictos, especialmente cuando no se aborda en conjunto.
La participación de la pareja: clave para el éxito
Lo que la práctica clínica ha demostrado es claro: cuando la pareja se involucra activamente en el tratamiento, las probabilidades de éxito a largo plazo aumentan significativamente. Las mujeres, por ejemplo, muestran mayor disposición al acompañamiento cuando se sienten escuchadas, seguras y emocionalmente incluidas. Y esto transforma la dinámica: deja de ser “su problema” para convertirse en un reto compartido.
Como terapeuta sexual, he sido testigo de esta verdad clínica que se confirma una y otra vez: el éxito del tratamiento de las disfunciones sexuales rara vez es una tarea individual.
La pareja no solo acompaña el proceso, sino que a menudo constituye el pilar que sostiene los avances más profundos y sostenibles. En los casos de disfunción eréctil (DE), por ejemplo, cada vez está más claro que el problema no es exclusivo del hombre, sino que repercute de forma directa en la vida emocional y sexual de ambos miembros de la relación.
Desde una perspectiva psicoterapéutica, entendemos que el sistema de pareja funciona como una unidad emocional. Por ello, cuando uno de sus integrantes atraviesa una dificultad sexual, ambos se ven afectados. De hecho, estudios clínicos han evidenciado que la implicación activa de la pareja mejora significativamente la respuesta al tratamiento, tanto farmacológico como psicológico. Esta participación no debe limitarse a la asistencia puntual a las sesiones, sino que implica un compromiso emocional, comunicativo y sexual que refuerce el proceso terapéutico.
La pareja actúa como espejo emocional, modulador del deseo y, muchas veces, como facilitador del cambio. Su implicación puede contrarrestar factores mantenedores de la disfunción, como la evitación sexual, el miedo al fracaso o la presión por el rendimiento. Es frecuente que, cuando trabajamos con ambos miembros de la pareja, logremos desbloquear dinámicas disfuncionales y reactivar un erotismo compartido que había quedado silenciado por el malestar o la frustración. Por eso es habitual hacer sesiones individuales, tanto con él como con ella, para hacer un tratamiento eficaz en los problemas de erección.
Además, el proceso terapéutico ofrece una oportunidad invaluable para que la pareja reformule su concepto de intimidad. Cuando logramos que ambos se comuniquen de manera abierta sobre sus deseos, miedos y expectativas, estamos sembrando la base de una vida sexual más satisfactoria, más allá del rendimiento o la penetración. A menudo, la sexualidad reaparece en formas más espontáneas, cooperativas y placenteras.
Por supuesto, esta participación requiere sensibilidad y acompañamiento profesional. No siempre es fácil para la pareja involucrarse, especialmente si ha habido años de distancia afectiva o sexual. En estos casos, nuestra labor como terapeutas consiste en generar un espacio seguro donde ambos puedan reconectar, validar sus emociones y explorar nuevas formas de contacto físico y emocional.
Desde Psicopartner, trabajamos desde un enfoque integrador, que reconoce la disfunción sexual no solo como un síntoma, sino como una oportunidad de transformación relacional. Incluir a la pareja en el tratamiento no es solo una estrategia terapéutica: es una forma de devolver al vínculo su potencial sanador.
Más allá de los fármacos: terapia y comunicación
El tratamiento médico puede ser una ayuda valiosa, pero sin un abordaje emocional y relacional, suele quedarse corto. La terapia de pareja, la comunicación honesta y la búsqueda de apoyo profesional permiten trabajar los sentimientos de inseguridad, decepción y miedo que muchas veces acompañan a la disfunción sexual.
Una mirada clínica: del individuo a la relación
Para abordar con éxito la disfunción eréctil, es necesario pasar de un enfoque individual a uno relacional. Esto implica:
- Incluir a ambos miembros en el proceso de evaluación clínica.
- Explorar los factores predisponentes, precipitantes y de mantenimiento del problema en la dinámica de pareja.
- Identificar y tratar posibles disfunciones sexuales en la pareja.
- Trabajar la comunicación y las expectativas sexuales reales.
- Reconstruir la intimidada desde la colaboración, no desde la culpa.
Más allá de la erección
La disfunción eréctil no es simplemente un problema del órgano sexual, sino un síntoma relacional. Tratar únicamente al hombre es como intentar reparar una máquina ignorando cómo interactúan sus piezas. Solo cuando se incluye a la pareja en el diagnóstico y en el tratamiento se puede lograr una recuperación completa y duradera.
Además la disfunción erectil no es solo un reto individual, sino una experiencia compartida que afecta a la relación de pareja en su conjunto. Por eso, en el abordaje terapéutico, la participación activa de ambos miembros se convierte en una herramienta fundamental para lograr un cambio real, profundo y duradero.
Una sexualidad satisfactoria no se mide en términos de desempeño, sino de conexión. Y esa conexión, por definición, siempre es de dos. En Psicopartner, creemos firmemente que cada dificultad puede ser también una oportunidad para crecer, comunicarse mejor y reencontrarse con el placer y la intimidad.
Si te has sentido identificado, te animamos a que te pongas en contacto con el equipo de Psicopartner llamándonos al +34 669 489 678, por Whatsapp al +34 613 145 003 o enviándonos un email a hola@psicopartner.com , y reserves una cita presencial o bien utilizando nuestro servicio de psicología online, donde estaremos encantados de analizar tu caso, atenderte y ayudarte.
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Bibliography
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