La sexualidad femenina es una parte esencial en la vida de la mujer, y va mucho más allá del acto sexual y la reproducción. Abarca el erotismo, el placer, la intimidad, las identidades y roles de género, así como la orientación sexual.
Esta dimensión se manifiesta y expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, valores, actitudes y relaciones, estando profundamente influenciada por una compleja interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales. De ahí surge la complejidad de la respuesta sexual femenina.
¿Qué son y cómo se curan?
La sexualidad femenina es un campo de investigación relativamente nuevo, y aún no existen suficientes estudios para responder a todas las preguntas que las mujeres se plantean, ni siquiera para aclarar todas las dudas desde una perspectiva científica.
El sexo es una fuerza impulsora que lleva a las personas a buscar la intimidad, y una experiencia satisfactoria y placentera es fundamental para una vida sexual saludable. Sin embargo, existen múltiples factores que pueden influir en la función sexual femenina de forma negativa, llevando, incluso, a desarrollar algun trastorno sexual.
La actividad sexual es compleja y multifacética.
Las disfunciones sexuales femeninas están intrínsecamente ligadas a la respuesta sexual, que consta de varias fases interrelacionadas: deseo, excitación/lubricación, meseta, orgasmo y resolución. Esta respuesta requiere la interacción coordinada de los sistemas nervioso, endocrino y vascular, así como de diversas estructuras esenciales para la excitación, el coito y la satisfacción sexual.
Cualquier alteración en estas fases puede generar experiencias negativas e incluso rechazo hacia la actividad sexual.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que los modelos tradicionales de la respuesta sexual femenina no siempre reflejan adecuadamente la diversidad de las experiencias sexuales de las mujeres.
Por ello, es fundamental comprender que si una alteración sexual no causa preocupación significativa ni problemas en las relaciones, no debe considerarse como un trastorno sexual.
1 - El trastorno del interés o excitación sexual femenino.
El primer grupo de las disfunciones sexuales el Trastorno del interés/excitación sexual femenino(DSM-5). Aquí se fusionan las alteraciones de las primeras fases de la respuesta sexual femenina: deseo, excitación/lubricación.
- La falta del deseo sexual femenino
La falta o pérdida del deseo sexual se manifiesta por la disminución de la búsqueda y percepción de señales sexuales, reducción de los pensamienos o fantasías sexuales con sentimientos agradables y falta de interés en iniciar la actividad sexual ya sea con una pareja o mediante la masturbación. En algunos casos, solo la perspectiva de interacción sexual con una pareja puede producir suficiente aversión, miedo o ansiedad como para inhibir consciente o inconscientemente el deseo y evitar la actividad sexual. - La alteración de la excitación sexual femenina
Las dificultades para alcanzar y mantener una excitación sexual adecuada y satisfactoria durante el coito pueden estar relacionadas con la alteración de la respuesta fisiológica genital ante un estímulo. Esto se manifiesta como una falta de lubricación vaginal, una tumescencia inadecuada de los labios vaginales, y una falta de relajación del músculo liso, lo que conlleva a una disminución del aporte sanguíneo a los genitales y, en consecuencia, a una reducción o ausencia de la sensación placentera.
Factores que pueden influir en la alteración del interés/excitación sexual
El estrés crónico es uno de los factores más influyentes, ya que puede ser tanto causa como consecuencia de problemas en la relación de pareja, falta de comunicación, y el desarrollo de ansiedad o depresión, lo que frecuentemente lleva a períodos prolongados de abstinencia sexual.
Otro factor relevante es la falta de una educación sexual adecuada y los distintos tipos de tabúes, que pueden influir en experiencias sexuales previas no consentidas, desagradables o en casos de abuso sexual.
Un tercer factor importante es el desconocimiento de la propia constitución sexual biológica. Por ejemplo, una persona con una constitución sexual baja, si desconoce este hecho, puede tener expectativas altas respecto a la frecuencia de la actividad sexual, lo que puede generar frustración cada vez que no experimente deseo. Esto se agrava aún más en casos de disritmia sexual, cuando uno de los miembros de la pareja tiene una constitución sexual alta y el otro baja.
En cuanto a la excitación sexual femenina, es crucial recordar que la percepción de la excitación sexual es subjetiva. Es común escuchar quejas sobre la falta de sensaciones de excitación sin que haya una falta de lubricación, y viceversa. En estos casos, los factores psicológicos, especialmente aquellos relacionados con el deseo sexual, juegan un papel fundamental.
Finalmente, existen factores orgánicos asociados con el bajo deseo/excitación sexual, como obesidad, trastornos endocrinos, insuficiencia ovárica, factores vasculogénicos, neurogénicos, quistes en las glándulas de Bartolino, que secretan el líquido que ayuda a lubricar la vagina, así como medicamentos psicotrópicos y cardiovasculares.
2- El trastorno orgásmico femenino
El segundo grupo de las disfunciones sexuales el Trastorno orgásmico femenino(DSM-5). Se caracteriza por la dificultad persistente y recurrente para alcanzar el orgasmo o reducción importante de la intensidad de las sensaciones orgasmicas.
Las mujeres que sufren únicamente el trastorno orgásmico pueden tener un deseo y una excitación normales, pero tienen una gran dificultad para alcanzar el orgasmo. Sin embargo, la angustia por la incapacidad de alcanzar el orgasmo puede conducir a una disminución del deseo y la excitación. La prevalencia reportada de este trastorno está en el rango del 5 al 10%.
Factores que pueden influir en los trastornos orgasmicos
Entre los factores etiológicos de los trastornos orgásmicos, los factores orgánicos incluyen afecciones neurológicas que afectan la inervación de la pelvis, como la esclerosis múltiple, los tumores o traumatismos en la columna vertebral, deficiencias nutricionales, obesidad, neuropatía diabética, causas vasculares, trastornos endocrinos, problemática relacionada con la menopausia y medicamentos como la metildopa, los antipsicóticos, los antidepresivos y las benzodiazepinas.
Un importante factor psicosocial implicado en los trastornos orgásmicos, además de la falta de educación sexual y el condicionamiento cultural negativo, es la problemática relacionada con la comunicación disfuncional en la pareja. Esto puede llevar al aprendizaje de formas desadaptativas de masturbación y obtención del orgasmo, como el uso exclusivo de juguetes sexuales, la estimulación con la ducha, o cruzar las piernas y apretar los músculos del suelo pélvico, entre otras.
Estas prácticas no solo pueden dificultar la obtención del orgasmo durante la actividad sexual, sino también complicar la penetración en el sexo con la pareja.
Otro factor, no menos importante, son las expectativas exageradas sobre el placer sexual, que inevitablemente llevan a la frustración al no experimentar las sensaciones del orgasmo tal como se muestran en medios de comunicación poco serios. Muchas mujeres comienzan a creer que el orgasmo debe ser más prolongado o que deben sentir espasmos musculares intensos, entre otras falsas ideas.
Esta desinformación genera una falta de armonía en el disfrute del sexo.
Asimismo, factores específicos del desarrollo, como experiencias sexuales traumáticas en la infancia, actitudes negativas hacia el sexo y factores interpersonales, como una relación conflictiva con la pareja, también están implicados en estos trastornos.
3- Trastorno de dolor genito-pelvico por penetración
El tercer grupo de las disfunciones sexuales el Trastorno de dolor genito-pélvico/penetración(DSM-5). Se refiere a dificultades persistentes o recurrentes para la penetración vaginal durante las relaciones sexuales. Dolor intenso en la vulva, la vagina o la región pélvica durante las relaciones sexuales vaginales o al intentar la penetración.
Ansiedad o temor ante la posibilidad de sentir dolor vulvovaginal o pélvico, ya sea antes, durante o como consecuencia de la penetración vaginal. Tensión o contracción significativa de los músculos del suelo pélvico al intentar la penetración vaginal.
El dolor genital recurrente asociado con la actividad sexual es sumamente frustrante. Puede aparecer con la estimulación genital y agravarse durante la penetración. Cuando el dolor se repite, puede establecerse un ciclo en el que el miedo al dolor lleva a evitar la actividad sexual, lo que a su vez provoca la pérdida del deseo, la falta de excitación y la imposibilidad de alcanzar el orgasmo. Con el tiempo, esto puede llevar a la evitación total de cualquier actividad sexual y causar complicaciones en la relación.
El dolor puede presentarse en la vulva de forma superficial, en la vagina o como dolor pélvico profundo. El dolor vulvar puede ser recurrente o intermitente. Las sensaciones de ardor, picazón, escozor o inflamación no solo pueden aparecer durante la estimulación sexual, sino que también pueden estar presentes de forma constante y desencadenarse por actividades no sexuales, como caminar.
Factores que pueden influir en la aparición del dolor genito-pélvico/penetración.
La naturaleza de la relación interpersonal, los conflictos matrimoniales, los desequilibrios en las relaciones, los problemas de compromiso, la falta de intimidad y una comunicación deficiente, junto con factores socioculturales, desajustes en el deseo sexual, falta de confianza, aburrimiento y una técnica sexual inadecuada que no se comunica entre la pareja, son algunas de las principales causas del mantenimiento del dolor y, como resultado, de la insatisfacción sexual.
Factores que pueden causar el dolor genito-pélvico superficial son vulvodinia, herpes genital, uretritis y vulvitis atrófica, así como lubricación inadecuada y uso de irritantes tópicos como espermicidas o látex.
En cuanto al dolor vaginal profundo, los factores etiológicos son diversos e incluyen la enfermedad inflamatoria pélvica, cirugías ginecológicas pélvicas o abdominales, adherencias postoperatorias, endometriosis, tumores genitales o pélvicos, fibromas, síndrome del intestino irritable, infecciones del tracto urinario, quistes ováricos, condilomas, embarazos ectópicos y afecciones derivadas del parto, como cicatrices o atrofia vaginal.
Otra posible causa es el impacto posicional durante la penetración inicial o profunda, cuando el empuje de la pareja golpea estructuras sensibles, como los ovarios.
Además, existen otras causas como obesidad, patologías suprarrenales, cistitis, etc.
El dolor pélvico profundo también puede ser provocado por las restricciones miofasciales y puntos gatillo en los músculos del suelo pélvico pueden generar dolor y desencadenar inflamación neurogénica en la pared de la vejiga.
Edad y menopausia
Numerosos estudios reportan insatisfacción en la actividad sexual relacionados con menopausia. Aunque el síndrome genitourinario de la menopausia afecta a más del 50% de las mujeres de mediana edad y mayores y es la causa más común de dolor genitopélvico y trastorno de penetración en mujeres posmenopáusicas, aún falta evidencia concluyente que establezca una relación directa entre la menopausia y la calidad de las relaciones sexuales.
Desde el punto de vista psicológico, la menopausia representa para muchas mujeres una pérdida de autoimagen, autoestima y una sensación de ser menos femeninas o atractivas para sus parejas. Además, muchas mujeres mayores expresan frustración sexual debido a la falta de una pareja sexual disponible.
Estrategias de tratamiento
La disfunción sexual femenina suele ser pasada por alto en la práctica clínica, a pesar de que existen opciones médicas y psicológicas altamente eficaces para su tratamiento. Dado que las causas son multifactoriales, la intervención debe ser necesariamente multidisciplinar. Sin embargo, este tema, tan delicado como relevante, sigue recibiendo insuficiente atención en el ámbito sanitario.
El tratamiento debe estar guiado por un historial clínico exhaustivo y, en la mayoría de los casos, incluir tanto una intervención psicológica como el posible uso de tratamientos farmacológicos.
Enfoque psicológico
La psicoterapia es fundamental, sobre todo, en el tratamiento de los trastornos del interés sexual, la excitación y el orgasmo femenino. Es crucial que el profesional que le atienda, sea un sexólogo especializado y psicólogo clínico, dado que, en la intervención, además de utilizar técnicas como la educación sobre anatomía, fisiología, variaciones en la respuesta sexual y métodos de estimulación, la terapia cognitivo-conductual desempeña un rol clave.
Esta terapia ayuda a los pacientes a identificar y modificar factores que contribuyen o agravan la disfunción sexual, como pensamientos desadaptativos, expectativas irracionales y conductas que disminuyen el interés o la confianza en la relación. Al mismo tiempo, se trabaja para fortalecer la cercanía emocional en la pareja y fomentar un desarrollo natural de la actividad sexual, con un enfoque en la complicidad, placer y la conexión en lugar de centrarse exclusivamente en el coito y el orgasmo.
El tratamiento del dolor genitopélvico suele requerir un enfoque multidisciplinario, que incluya la colaboración de obstetras, ginecólogos, psicólogos y fisioterapeutas especializados en el suelo pélvico. Es fundamental realizar una historia clínica exhaustiva, un examen físico detallado y las pruebas necesarias para descartar posibles causas, como endometriosis, leiomiomas, prolapso, cicatrización postoperatoria, neoplasias malignas ginecológicas y procesos infecciosos. Si se descartan estas causas, el dolor genitopélvico y los problemas de penetración, así como la anticipación del dolor, pueden abordarse de manera efectiva con la ayuda de un profesional en psicología y sexología clínica.
Si siente que su deseo sexual ha disminuido, tiene dificultades para alcanzar la excitación, experimenta problemas con el orgasmo o desea mejorar la forma de alcanzarlo junto a su pareja, o si encuentra su actividad sexual dolorosa o insatisfactoria, no dude en contactarnos. Tanto de manera presencial en nuestros centros cómo con nuestros psicólogos sexologos online puedes contar con expertos/as en sexología clínica y terapia de pareja.
Todos nuestros sexólogos son psicólogos clínicos especializados en el tratamiento de disfunciones sexuales.
Puedes contactar con nosotros llamando al +34 669 489 678, a través del correo electrónico en hola@psicopartner.com o mediante el formulario de nuestra página web. Estaremos encantados de atenderte.
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