LOS TREINTAÑEROS: HUESPEDES ETERNOS EN EL NIDO FAMILIAR
Resulta sorprendente, aunque no tanto, descubrir que el 30% de los treintañeros no han abandonado el hogar familiar. En lugar de enfrentarse a la vida adulta, muchos están atrapados en un ciclo de memes y maratones de Netflix…
En las últimas décadas, hemos sido testigos de un fenómeno fascinante: la transición a la adultez ha cambiado totalmente. Mientras que nuestros abuelos a los 20 mostraban comportamientos más propios de adultos maduros, hoy en día, muchos de 30 años parecen tener menos responsabilidades que los de 15, con la única diferencia de que ahora tienen una cuenta de Linkedln.
En un mundo donde ser "adulto" solía significar pagar cuentas y hacer la compra, ahora parece que la única "responsabilidad" que muchos han asumido es elegir qué serie de Netflix será la protagonista de su noche del viernes. Pero ¿por qué sucede esto?
Una de las razones principales es la prolongación de la transición a la adultez. Antes, se esperaba que al alcanzar los 18 o 20 años, uno comenzara a hacerse cargo de la vida: tener un trabajo estable, formar una familia, e incluso montar muebles del IKEA ¡porque, admitámoslo, eso es todo un reto!
Sin embargo, en la sociedad actual, la madurez es vista como un proceso que se extiende a lo largo de las primeras tres décadas de vida asumiendo y normalizando la ausencia de una autonomía e independencia.
Podemos ver que madurar parece ser más bien un juego de "evasión de las responsabilidades", donde el nivel de dificultad se incrementa a medida que pasan los años pero los jóvenes parecen estar estancados. Es como si la adultez se hubiera convertido en un deporte de resistencia, donde esquivar compromisos se vuelve la habilidad “más valorada."
Además, los cambios en las expectativas sociales han quitado la presión por cumplir con esos logros tradicionales. Formar una familia, tener un trabajo estable y alcanzar la independencia ya no son metas a conseguir por los jóvenes. En lugar de eso, hay una especie de "extensión de contrato" que permite a las nuevas generaciones posponer las responsabilidades lo que contribuye a la sensación de inmadurez.
“Es como si hubiera un acuerdo invisible para disfrutar de la juventud eterna, mientras la madurez espera pacientemente en la sala de espera, observando el transcurrir del tiempo y preguntándose cuándo le corresponderá el turno.”
Y no podemos pasar por alto el papel de la sobreprotección parental. Muchos padres tratan a sus hijos adultos como si fueran pequeños polluelos, lo que limita su capacidad para volar solos. ¡Sorpresa! Ya tienen 30 y siguen buscando la comida en la nevera de mamá.
Este fenómeno, conocido como "padres helicóptero", ha creado una especie de "burbuja de seguridad" que impide a las generaciones más jóvenes adquirir las habilidades necesarias para enfrentarse al mundo real. ¿Quién necesita afrontar riesgos, aprender a cocinar o planchar, hacer la compra, en definitiva, asumir responsabilidades cuando se está tan bien en casa?
Adolescencia a los 30: Identidad en pausa
La adolescencia es un período crucial para la construcción de la identidad, donde los jóvenes exploran quiénes son y qué quieren de la vida. Según el psicólogo Erik Erikson, esta etapa es una "moratoria psicosocial" que permite experimentar sin asumir responsabilidades plenas.
En nuestra sociedad actual parece que esta "prueba gratuita" ha sido extendida hasta los 30 años, y ahora tenemos una generación entera que sigue en esa "pausa existencial". Es como si estuvieran atrapados en un limbo donde todo el mundo está buscando la salida, pero en lugar de avanzar, se distraen con un ciclo interminable de procrastinación y búsqueda de memes de gatos. Y oye, quién puede culparlos, ¡los gatos son adorables!
El concepto de postadolescencia describe ese limbo entre la adolescencia y la adultez, abarcando desde los 18 hasta los 30 años (y algunos lo estiran aún más, intentando taparlo con cremas antiarrugas). Durante este tiempo, estamos viendo ahora que muchos aún no han asumido las obligaciones típicas de los adultos como independizarse de los padres, tener hijos o conseguir un empleo estable que permita la independencia económica.
Hay causas muy reales que están detrás de esta situación: la falta de oportunidades laborales, el aumento del coste de vida (porque, siendo sinceros, comprarse una casa hoy en día es tan probable como encontrar una oferta en vuelos espaciales).
Y todo esto ocurre en una sociedad que glorifica la juventud como la mejor etapa de la vida, dejándonos con el eterno dilema de querer ser jóvenes para siempre al mismo tiempo que existe la presión de mantener la juventud. ¡Ah, qué complicado es querer tener lo mejor de ambos mundos!
La decisión de la infantilización
Uno de los aspectos más intrigantes del fenómeno de la madurez tardía es que, en muchos casos, parece ser una elección consciente.
Muchos jóvenes deciden voluntariamente posponer su madurez frente a las responsabilidades que conlleva la vida adulta.
La vida adulta implica asumir valores morales, trabajar para alcanzar metas a largo plazo y luchar por el bienestar personal y social. Sin embargo, estos principios no coinciden con las expectativas de los jóvenes actuales de inmediatez y gratificación instantánea.
En la actualidad, la cultura del cuerpo perfecto, el éxito inmediato y la facilidad para obtener recompensas ha tomado protagonismo. Las redes sociales fomentan la búsqueda de aprobación y superficialidad lo que refuerza el deseo de prolongar la adolescencia. Como resultado, muchos jóvenes siguen haciendo conductas adolescentes saliendo de fiesta, haciendo maratones de series o videojuegos, que les impiden entrar en un proceso de desarrollo madurativo.
Pero ¡atención! Este fenómeno no se limita solo a los adolescentes. Los adultos también han caído en la trampa de la infantilización, adoptando comportamientos típicos de la adolescencia: obsesionarse con las redes sociales, evitar compromisos y buscar diversión sin ninguna responsabilidad. Es como si el reloj de la vida hubiera sido ajustado a "diversión perpetua", pero a costa de la madurez y el sentido de responsabilidad.
El síndrome de PETER PAN. El adulto que nunca creció.
Aquí es donde entra el síndrome de Peter Pan: un término que describe a aquellos adultos que se niegan a crecer emocionalmente. Estas personas parecen haber hecho un trato con el tiempo, eligiendo no asumir la madurez emocional. Sus comportamientos típicos incluyen:
- Demandar a otros que satisfagan sus necesidades.
- Preocuparse obsesivamente por su apariencia.
- Mostrar intolerancia ante las críticas.
- Sentir ansiedad ante evaluaciones por parte de compañeros o superiores.
- Dificultad para interesarse por los demás.
- Exagerar sus logros, porque a veces, un simple "me hice la cama" es un triunfo tan grande, que merece estar en el currículum.
- Carecer de amistades verdaderas, optando en su lugar por un ejército de seguidores en Instagram.
- Exhibir rasgos narcisistas y evitar asumir responsabilidades
Estas características son típicas de personas que han decidido prolongar su adolescencia y que, en lugar de abrazar la adultez, prefieren evadir el compromiso y la obligación.
Las consecuencias de la adolescencia prolongada
En Psicopartner estamos viendo que los "Peter Pan" de la vida real suelen enfrentarse a problemas emocionales y conductuales significativos. Entre las consecuencias más comunes, encontramos:
- Altos niveles de ansiedad y tristeza, que pueden derivar en depresión si no se abordan adecuadamente.
- Sensaciones de insatisfacción con la vida, ya que no asumir responsabilidades significa una fuerte desmotivación y no tener objetivos claros en la vida.
- Falta de desarrollo de recursos psicológicos: Si no hay esfuerzo ni retos que conseguir no se
Esta incapacidad para enfrentar los desafíos de la vida adulta lleva a una constante sensación de vacío y frustración. Aunque disfrutan de los placeres inmediatos, no logran construir una vida plena y significativa, y eso, querido lector, no es una forma de vida.
Cómo salir del país de “Nunca jamás”
¡Desafortunadamente, si! pero con tres pasos clave se puede despertar del síndrome de Peter Pan:
- Asumir responsabilidades: Si, esa montaña de platos no se va a lavar sola, y no, tu madre no es un lavaplatos en funciones. Para crecer y desarrollarnos como personas es imprescindible dejar de lado la procrastinación y la huida de las responsabilidades, la vida adulta implica asumir desafíos.
Spoiler: Ignorar los problemas, solo hace que estos se vayan multiplicando más rápido que los anuncios de Youtube.
- Desarrollar habilidades para la vida adulta: aprender a tomar decisiones y resolver problemas es esencial para poder por fin graduarte del “adolescente eterno”.
Sí, esto incluye aprender a hacer la compra sin llamar a mamá… ¡Todo un reto del siglo XXI!
- Cambiar las prioridades: ya es hora de dejar de lado los dramas adolescentes, reviviendo tus penas como si fueras un disco rayado, y empieza a afrontar la vida proactivamente. No todo es “carpe diem” y salir de fiesta sin preocuparse por el mañana.
También existe algo llamado planificación futura, y aunque suena menos atractivo que una noche de videojuegos, poner un poco de orden en tu vida realmente vale la pena… y si, ¡también vale la vida!
Gatos, series y un futuro brillante: Asumir el reto de ser adulto
Así que, mientras los gatos continúan dominando Internet, recuerda que la verdadera aventura de ser adulto no se encuentra en el sofá, sino en enfrentarte a los retos de la vida. ¡Hazlo por ti, hazlo por tu futuro... y, sobre todo, hazlo para poder finalmente comprar tu propia casa!
El camino hacia la madurez puede ser largo y lleno de desafíos, pero con el apoyo adecuado y un enfoque en el desarrollo personal, es posible superar el síndrome de Peter Pan y disfrutar de una vida adulta plena y satisfactoria. Así que, ¡deja de vivir en tu infancia y empieza a construir el futuro que realmente deseas!
Si al leer el artículo te has sentido identificado/a con ese adolescente eterno, o te encuentras en un momento de búsqueda vital, puedes ponerte en contacto con el equipo de Psicopartner, llamándonos al +34 669 489 678 o enviándonos un email a hola@psicopartner.com y reservar una cita presencial o bien utilizando nuestro servicio de psicología online, donde estaremos encantados de analizar tu caso, atenderte y ayudarte. ¡Tu futuro brillante está a solo una llamada de distancia!