Incluida en el grupo de las emociones básicas, la ira representa una emoción causada por la indignación de sentir vulnerados nuestros derechos. Izard (1977) la describe como una respuesta emocional primaria, que aparece cuando vemos bloqueada la consecución de una meta o la satisfacción de una necesidad.
La esencia de la ira radica en que percibimos que una situación no es como creemos que debería ser. Implica que algo importante para nosotros está en juego y pensamos que lo perdemos de una forma inmerecida. En la relación de pareja puede derivarse de situaciones de ruptura de compromisos, situaciones en las que nos hemos sentido heridos o engañados, en las que nuestros valores morales los sentimos amenazados o en aquéllas en que consideramos vulnerada nuestra libertad personal.
Juega un importante papel en la facilitación del ajuste a las condiciones de nuestro entorno, y por ser displacentera, a menudo es considerada erróneamente como “negativa”, pero tiene varias funciones adaptativas, además de la regulación de los procesos asociados a la autodefensa y al ataque, la regulación de nuestras propias conductas interpersonales. Permite focalizar la atención en los obstáculos que nos están entorpeciendo y genera en nosotros un impulso por hacer algo, es una energizante del comportamiento.
Lo problemático, por tanto, no es la ira en sí misma, que como hemos visto se trata de una emoción básica para el ser humano, sino su elevada frecuencia e intensidad, y la forma dañina en que puede actuarse para eliminar la fuente que interfiere en nuestro propósito (agresividad, violencia…).
Si permitimos que el enfado se convierta en el tono afectivo habitual en el día a día, en nuestras relaciones de pareja o familiares, si aparece en cualquier situación -hasta en la más intrascendente- con una excesiva intensidad, se pierde de vista esa función protectora convirtiéndose así en un importante foco generador de problemas familiares o de pareja, además de individualmente.
“Nuestras emociones están allí para ser sentidas,
pero no para dominar nuestra vida ni cegar nuestra visión”
(Stamateas, 2013)
Cuando el enfado, la rabia, se convierten en la emoción recurrente en nuestra relación de pareja, cuando la notamos de forma muy frecuente, y prácticamente constante, prestemos atención al mensaje que nos está lanzando…¿hay alguna otra emoción que se esconde tras ese enfado? ¿Es la tristeza o la culpa? ¿Es la decepción? Todas ellas podrían verse enmascaradas por la ira, ocultándose detrás e impidiendo el acceso a las mismas y la resolución del conflicto de base.
En otras ocasiones, la ira sobresale debido a la dificultad de alguno de los miembros, o de la pareja en su conjunto de expresarse y de negociar de una forma adecuada, lo que evidencia un problema en la habilidad de comunicación.
Control del enfado
- Tomar conciencia de tu cuerpo, y de las señales que te ponen sobre aviso de tu enfado. Algunos de los efectos que a nivel fisiológico implica la ira son un incremento del ritmo cardíaco, de la presión arterial, de la frecuencia respiratoria o de la tensión muscular. Pon atención a tus sensaciones…¿es en tu estómago donde lo notas? ¿sientes tensión en tus músculos? ¿en cuáles de ellos? ¿en el cuello, la mandíbula…?
- Relajación y Respiración: detectadas las señales de alerta, trata de conectar con tu respiración, de forma que tu sistema nervioso poco a poco pueda ir volviendo a la calma. Puedes ayudarte de música relajante, y que te transmita serenidad.
- Realizar ejercicio físico, ya que tiene un papel modulador de la ira. Elige aquel deporte en el que te encuentres más cómodo y suponga una motivación.
- Retirarte de la situación y buscar un lugar donde puedas estar en calma. En casa, sería recomendable, tener asignado un espacio que cumpla esa función, y que hayáis previamente seleccionado y consensuado entre la pareja. Un lugar y un momento en que ambos respetéis.
- Poner atención a tus pensamientos, ¿qué te estás diciendo a ti mismo/a en esos momentos? ¿Son pensamientos que te ayudan a calmarte o por el contrario favorecen el aumento de la escalada de tu enfado?
- Cuando notas que la ira te empieza a dominar, pacta una tregua, acuerda posponer el asunto para otro momento
Consejos para tratar con una persona enfadada
Hay que tener presente que la discusión en la que ambos miembros de la pareja se encuentran inmersos en su propia escalada de ira, generando ataques y contraataques y donde no hay espacio para la escucha, se multiplican las consecuencias dañinas tanto individualmente como a nivel relacional. Dar voz a todo lo que nuestra mente está pensando en esos tensos momentos, con mucha probabilidad no ayudará a expresar el enfado de una forma sana y útil.
Por ello, mantener contacto con nuestras propias sensaciones supone un primer paso que permite mantener cierto control antes de llegar a la explosión emocional, favoreciendo una gestión del enfado más constructiva.
El nuevo contexto en el que se están desarrollando las relaciones personales debido a la pandemia está siendo un verdadero reto para la pareja y familia: la convivencia durante la cuarentena, problemas de comunicación, gestión inadecuada de la ansiedad y la incertidumbre, etc…,. Son problemas que se pueden tratar con Terapia de Pareja donde se establece un espacio adecuado de comunicación, entendimiento y comprensión.
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