Yudith ( nombre ficticio ) acude a mi consulta diciendo sentirse paralizada, incapaz de avanzar en su vida. Se trata de una chica joven, educada y prudente. Acude a terapia con la sensación “de tener miedo de todo”, sintiendo que su vida es y ha sido siempre un miedo, unos grilletes que encadenan su vida y sólo podía vivir en torno a ellos. Su diálogo me conmovió especialmente por la cantidad de sufrimiento silencioso del que era presa.
El miedo puede actuar como un aliado, o como nuestro peor y más desgarrador enemigo, como le ocurría a Yudith.
La Real Academia Española de la Lengua define el miedo en dos Acepciones: 1- Angustia por un riesgo o daño real o imaginario 2- Recelo o aprensión que alguien tiene de que le suceda algo contrario a lo que desea.
El miedo es una emoción primaria, junto con otras 5 emociones universales codificadas en nuestro código genético: alegría, sorpresa, ira, tristeza y asco. En nuestro caso, el miedo es una emoción innata propia del ser humano y también otros animales, por tanto, imposible erradicar, ya que supone un mecanismo que nos alerta para protegernos no sólo ante amenazas físicas sino también ante amenazas psíquicas que puedan menoscabar nuestra seguridad personal, nuestro autoconcepto y nuestra autoestima, el problema surge cuando esta alerta se dispara cuando nosotros somos el único peligro.
El filósofo Sófocles afirmó que "para para la persona que tiene miedo, todo son ruidos", ruidos a su alrededor y en sí mismo. Vivir sin miedo no es saludable ( además de no ser posible ), pero abordar el miedo que nos impide conseguir nuestros objetivos personales y vitales es la mejor forma de crecer personal y emocionalmente.
Cuáles son los miedos más frecuentes.
Básicamente los que crea nuestra mente, las situaciones son extremadamente dispares; desde una cucaracha hasta tener hijos, la enfermedad o a muerte de alguien cercano o la propia nuestra, hablar en público, etc. Basta cualquier situación que percibamos supone una amenaza para nuestra integridad física y-o psíquica. Sentimos miedo cuando percibimos una amenaza real a nuestro cuerpo o a nuestra mente como puede ser el caso de ser atracado, agredido físicamente, etc. También cuando vaticinamos una situación que podría representar un peligro que sólo es experimentado así por nosotros, se trata de los “miedos irracionales", se pueden identificar porque nuestra respuesta es totalmente desproporcionada ante el peligro real que representa. El ejemplo más típico son las fobias, en las cuales la persona reacciona de manera exagerada ante una situación que no supone un peligro real para su integridad como podría ser tener miedo a una mosca, no poder salir al campo por si tienes ganas de hacer sus necesidades, o el miedo a salir de casa por pensar que nos vamos a morir…. Nuestra capacidad de anticipar el peligro nos permite tomar medidas para mantenernos a salvo, el problema es que dichas medidas son tremendamente ineficaces.
También es muy frecuente sentir miedo ante acontecimientos del pasado pese a que prácticamente no exista ninguna probabilidad de que se vuelvan a repetir en el presente, pero la experiencia fue tan impactante que provocó que la sensación de seguridad que teníamos antaño se haya quebrado, lo que conocemos por un trauma. La raíz de estos miedos, traumas más bien, es tremendamente profunda pues se encuentra enquistada en nuestro inconsciente provocando una respuesta de hiperactivación ante cualquier evento que lo recuerde; basta un lugar, un color, una verbalización etc. Deciros que estos miedos se superan, el EMDR es una terapia altamente efectiva, terapia que aplicamos ampliamente en nuestro centro.
Un miedo tremendamente incapacitante es el que sufren quien presentan un trastorno de pánico, caracterizado por la aparición súbita y brusca de un elevadísimo estado de ansiedad sintiendo un miedo elevado a algo incontrolable: la muerte o la locura propios. El ataque de pánico deja tal poso que quien los padece siente, en palabras de mis pacientes, un miedo con mayúsculas, pues se le da una vuelta de tuerca al miedo,: el miedo al hecho de tener miedo; así tener un ataque de pánico puede desembocar en un trastorno de pánico, cuando después de uno de estos episodios la persona desarrolla miedo a volver a sufrir una crisis de ansiedad, evitando las situaciones que lo produjeron, estando especialmente vigilante a cada una de las sensaciones de su cuerpo, creando una espiral de vigilancia y pavor como intento de control que ocasiona justo lo contrario y los ataques de pánico se repiten de forma frecuente.
Muchas veces el miedo es menos tangible y más insidioso pues a lo largo de la vida enfrentamos diferentes situaciones cargadas de incertidumbre que no podremos controlar por mucho que insistamos. Así vamos desarrollando miedo al rechazo, a salir de la zona de confort y seguridad, a tomar decisiones, a los cambios vitales como tener pareja con sus obligaciones y desencuentros, separaciones, entrar en el mundo laboral, cambios de trabajo, jubilación, el nido vacío cuando se independizan los hijos, pérdida de la salud y un largo etcétera. Cuando el miedo es exagerado-patológico, estos temores se convierten en una barrera que nos impide vivir plenamente y avanzar y desarrollarnos como personas.
¿Por qué tenemos miedo?
El miedo actúa como una alarma, nos avisa de un peligro.
El problema estriba en cuando esa alarma se activa cuando no haya ninguna persona alrededor que intente abrir la puerta. Esencialmente, la principal función del miedo es avisarnos de un peligro para poder ponernos a salvo, convirtiéndose en un hándicap que se activa cuando no hay peligro o la manera en que lo hace es desproporcionada.
El mecanismo fisiológico de base del miedo es bastante sencillo: nuestros sentidos recogen información del medio que es procesada, fundamentalmente, a través el sistema límbico. Si este considera que existe un peligro potencial, desencadena una serie de reacciones fisiológicas que nos permitirán actuar en consecuencia y en cuestión de pocos segundos, produciendo cambios en el cuerpo y la mente para afrontar la situación peligro.
En el desarrollo y mantenimiento del miedo entran en juego diferentes factores personales como la autoestima y confianza en uno mismo, la educación recibida que nos hace ser más temerosos o más echados para delante, las experiencias previas vividas, el conformismo o ambición que tengamos, nuestra zona de confort o incluso la cultura pues existen sociedades más “miedosas! que otras.
¿Cómo superar el miedo?
Un error habitual consiste en pensar erradicar el miedo de nuestra vida, pues esto implica negarlo, pero cómo podemos cambiar algo que no asumimos. Nuestro objetivo terapéutico consiste en aprender a convivir con él manejarlo, de forma que seamos nosotros quienes lo dirijamos, impidiendo que nos paralice enfrentándonos a él para impedir que bloquee nuestra vida.
Se hace imprescindible intervenir en las conductas que van asociadas al miedo, los pensamientos que tenemos sobre el mismo tanto en su origen como en su mantenimiento, así como las emociones asociadas al mismo. La terapia Cognitivo-Conductual combinadas con EMDR han mostrado ampliamente su eficacia, terapias ampliamente estudiadas y desarrolladas en nuestro centro Psicopartner.
Si te has visto reflejado-a en este artículo, tu miedo te genera dificultades contigo mism@ y con los demás que reducen tu calidad de vida y te impiden sentirte bien, puedes ponerte en contacto con el equipo de PSICOPARTNER, llamándonos al +34 669 489 678 o por whatsapp al +34 +34 613 145 003 o también enviándonos un email a hola@psicopartner.com para reservar una cita presencial o bien utilizando nuestro servicio de psicología online, donde estaremos encantados de, atenderte, analizar tu caso de forma personalizada y ayudarte.